Economista Descubierta

En busca del profesor

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Durante esta temporada de ausencia no se vayan a pensar que me he tocado las narices. Escribir no habré escrito, pero pensar un rato y estudiar, casi tanto como cuando me saqué el GDS.

Y no, no me ha dado por hacerme un “master en digital”, que no estoy dispuesta a pagar por ausencia de interés, no en el asunto, sino en el precio y en algo mucho más interesante que no les voy a contar de momento, que luego todos me copian y terminan por contármelo como si fuera idea de ellos.

Que me pasa siempre, oiga, le pone una al niño Ramón como su abuelo, todo el mundo a reírse. Y al año siguiente, el WFA lleno de Ramones. Qué original, no sabíamos que alguien se llamara así.

Así que de esta nueva vía ni palabra, al menos de momento.

Digamos que no tenía un especial interés, e incluso un poco de prejuicio previo. Eso es lo bueno de ser conversa para mayor fervor y apasionamiento. Pero quien me introdujo era de criterio y claro, conviene dar una oportunidad a lo recomendado por alguien de criterio, que esto no es una conversación de feedback donde te da igual lo que te dicen y sobre todo, el que te lo dice.

Aquí no hacía falta banco de niebla alguno, había que darle una oportunidad.

No se vayan a creer que estoy haciendo mindfullness, ni que he vuelto a correr ahora que todos son veloces. No señor, una cosa es apearse del miniprejuicio y otra muy diferente darse mechas balayage a estas alturas de la vida.

Me buscó un profesor (mayorcito, prudente, calmado, pedagógico y paciente con el error) que después de dos horas de clase, al verme tomar apuntes transcritos a proposiciones lógicas dictaminó que yo llegaría a aprender y que me aceptaba como alumna.

El asunto está pensado para que el primer día se perciba si vas a ser capaz o no; y si lo eres, entonces, te dan la bienvenida al largo camino de aprendizaje, que esto es como un idioma, no se termina de aprender nunca.

Lo único que no termina de aceptar el Profesor es que no pueda dedicarle tanto tiempo como la cosa requiere, mira que esto no es un juego, que hay que practicar y estudiar, que no es conocer las normas sino entenderlas y que tienes que superar el miedo escénico.

Y si farfullas una disculpa del estilo había-atasco-salgo-de-una-call-y-estoy-sin-comer no siente piedad alguna. Estás perdiendo el ritmo de la clase y voy a darle tu hueco a otro. Tal cual.

Así que me he buscado otro, por si acaso.

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