Economista Descubierta

Lo que nos espera

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En los últimos tiempos he estado comprobando por mí misma lo que ha supuesto la transferencia a las comunidades autónomas de la Sanidad Pública y el desatino generalizado, y por lo visto irreversible, en el que se ha convertido. Autonomías de segunda, de tercera y de cuarta porque de primera, ni el Madrid. Equipo que, por cierto, no es el de mis simpatías; que servidora prefiere al Atleti, aunque sea lo único que tengo en común con Almudena Grandes.

Lo que nos espera o lo que ya nos ha llegado, además de que la bolsa se ha ido a la porra y que la gente se cree que se vive de ilusión y de abrazos, es entre otras cosas peores la estupidez y la demagogia.

Yo no fui a la cabalgata. Ya en el extinto blog proclamé que al desfile de Gallardón iba su tía, que a mí no me confundían dedicando el asunto a los cuentos de Andersen. Así que no pude decepcionarme ni “horriespantarme”. Y mi prole, Ramón al frente, se fue a ver la cabalgata del barrio, que dura menos y hay más posibilidades de coger caramelos. Y en mi barrio no había reinas magas y en el hospital no se suele ver la cabalgata. (Horror, acabo de pensar que en el Niño Jesús seguro que sí se ve).

Y no acabamos de empezar y primero Mr. Iglesias, que no sé a qué espera para cambiarse el apellido, dice que cambiará carteras por mochilas, como si los pobres guarnicionemos tuvieran culpa de quien luzca sus productos. Y como si las mochilas presupusieran bondad y mejoramiento moral.

Y luego, Mrs. Bescansa, presumo que de las de «Farmacia Bescansa», con laxante propio y hasta con refrán popular (el que caga, descansa) hasta que las GMP’s casi terminan con las formulas magistrales, nos lleva al rorro al Congreso, para demostrarnos no sé si lo requetebuenamadre que es o lo rematadamente mal que está el servicio o lo desaconsejables que son las guarderías, que ya lo dicen las de las pesadas de la la liga de la leche. Tener marmota tiene, pero no quiere visibilizarla, dice, porque “está criando y lo hace con apego”. Lo que nos faltaba por oír. Yo tengo una biocuñada de esas también de las de «nosotros nos llevamos a los niños a todos los sitios, pero como tú tienes chica, si no te importa, los dejamos con la tuya».

El bebé, dicho sea de paso, no se llama Leo ni Noa y llevaba un jerseicito la mar de razonable, esponjoso y amorosamente tejido, y oh, asombro y reconocimiento de la estirpe provinciana, ni verde puñeta ni morado. La Bescansa sigue siendo una chica bien del norte y su jerseicito lo podría incluso haber comprado la Norlander palentina en cualquier tienda de Mondoñedo.

Pero, aunque el bebé fuera mejor vestido que todos ellos juntos y no se llamara Teo Leo, no pintaba nada en el Congreso. La criatura, bastante tiene encima.

Y, a decir de Jesús Vega en Expansión hoy, al trabajo se va a trabajar, y si usted se lleva al rorro, otros querrán llevarse al perro o a su padre, que le ha dado un ictus y no tiene con quien dejarle. Concretamente estos días me hubiera venido a mí estupendamente llevarme a mi padre al trabajo en lugar del trabajo al hospital.

Jesús era un jefe particular, pero en eso tiene más razón que un santo. Le van a poner como chupa de dómine, pero tiene más razón que un santo.

Esto era postureo manifiesto y ganas de que hablen de ti. Ah, y eso sí, el programa de Podemos legisla hasta la lactancia, por si tienen interés en leerlo y saber qué de cosas piensan hacer estos. Ni reivindicación de la conciliación ni infante difunto.

Dios nos coja confesados.

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