Primavera
Como las cosas se suceden con cadencia monótona y cada año se parece cada vez más al otro, me he molestado en recuperar una entrada del 2011 a propósito de las que entonces, ilusamente, llamaron «primaveras árabes». Tontamente, y en la ignorancia, que es lo que se lleva, algún mentecato pensó que la cosa iba de democracia y libertad.
No sé, pero en mi pueblo «primavera» quiere decir ingenuo, infeliz o casi tonto de remate.
(Del blog original de la Economista Descubierta)
He estado unos días cerrada por exigencias del guion, pero ya he vuelto, toda vez que tengo esta relación de enganche con el blog. Confío y espero que el que decidió que sabía quién era yo sea majete y se calle.
Sin ánimo de volver a suscitar un debate como el que ya tuvimos sobre las aspiraciones democráticas de los árabes, sigo muy pendiente de este asunto, especialmente de Siria, que es un país que a servidora le interesa sobremanera. Ya ven, cada una tiene sus gustos.
No es que yo haya sido novia del León, que es el nombre del dictador, hijo del dictador, pero tengo que reconocer que me gustaba (físicamente) el padre y me gusta el hijo, qué le vamos a hacer. Yo tengo gustos particulares, como todos ustedes saben. Me gusta Enrique Múgica, me llevé el disgusto del quinquenio con la segunda boda de Gustavo de Arístegui (y yo que no le perseguí porque estaba casado, será posible) y me gustaba mucho muchísimo el primer ministro de Japón aquel que tenía melenita y aspecto de director de orquesta con su frac impecable.
Es curioso, este León hijo siempre se me ha parecido al príncipe Felipe, pero en cateto, o mejor dicho, en años 70, en parka coreana y trenka, no sé cómo explicarles.
Sin embargo, así como el Heredero no me gusta ni poquito, el León me gusta, aunque realmente el me gustaba era su padre, y como le sigo desde hace años, pues estoy harto preocupada pensando en dónde terminarán en el exilio… porque la Reina Rana y su «consuerte» acabarán entre Suiza/Londres/NY y alguna playa para el verano, con Marie Chantal y los griegos; pero los señores León van a tener dificultades con la pasta y pocos amigos que les acojan.
Con eso de que vino el terremoto y el tsunami, nos olvidamos del asunto moro, pero ahí siguen, preparando el final de lo conocido y el inicio de vaya usted a saber qué. Me pregunto por qué se han puesto tan belicosos con Gadafi y al León lo están dejando tan tranquilo. Y me pregunto también qué estarán pensando en los altos del Golán, perdidos por León padre.
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