Cierra el Comercial
Cada vez más consciente de que mi repertorio se acaba, y sin ideas suficientes para ni siquiera una entradita, estoy a punto de cerrar el chiringuito para olvidarme esta vez no de investment bankers y private equities, y a dejarme llevar por el pan y mantequilla y el Godello, que se digiere mucho mejor que el Ribeiro.
A ver si el regreso me vuelve disciplinada y me pongo seriamente a la producción diaria, que no es por falta de temas, sino de molicie moliciosa, que es un mal terrible.
Y no es que no haya temas, que los hay, pero ni el cierre del café Comercial, que me tiene sumida en tristeza casi tan insondable como me produjo el cierre de Matute o el de Aldao, han sido capaces de sacarme del estiaje intelectual en que me encuentro. Y es que yo, que estudié en una facultad de letras, pasé muchas tardes en el Comercial, que quedaba cerca de CUNEF, que era donde realmente pasaba el día.
Espero que el Comercial no se convierta, Dios no lo permita, en un Starbucks, cadena infame de bebidas para gilipollas, porque sólo a un gilipollas se le ocurre pagar más de 1.000 pesetas para que vociferen su nombre escrito en un vaso de papel lleno de cualquier tontada espumosa. De quedárselo alguien, que se lo quede Plácido o Amancio, pero por Dios, no Starbucks, que es un insulto caro al buen gusto y a la inteligencia.
Debo, según esto, parecer mucho más vieja de lo que soy, pero es que he sido incapaz de molestarme en escribir alguna mención al cuento de Caperucita, por lo de abuelita Carmena y su feroz piorrea, ni por la dulce Rita y su soslayado tirante (la tiranta, que diría el Kichi) carmesí, diciendo aquello de «de la EPA no hay opinión», pero me he removido en nostalgia con esto.
Probablemente a los dueños del Comercial les habrán movido razones del mismo tipo que movieron a los de Matute, los hijos prefieren programar para Indra que despachar cafés, que ya se sabe que para querer servir cafés hay que ser hijo de ingeniero superior, y no al revés. Que la hostelería es muy esclava, diga usted que sí, que mucho Masterchef y mucho cocinero estrella, pero se trabaja cuando los demás descansan y con los millones se vive mejor y se toma café donde uno quiera.
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