Por qué no fui al curso
Hace ya más de diez años comencé a escribir el catálogo de excusas que el convocado presenta a toda formación otrora solicitada o reclamada. Da igual que el convocado sea universitario en huelga, que high flyer o que empleado revenido. Lo que no se paga, no se valora; y cuando se tiene, se rechaza. El listado, que contenía todo tipo de excusas a cada cual más inverosímil, hacía suponer que 1) uno tenía derecho a recibir la formación y 2) lo que no tenía era obligación de hacerla. Y de ahí, todo tipo de historias rocambolescas, que iban desde el miedo a los aviones, los santos populares, la convalidación de algún certificado anterior emitido por CCC o por el Banco Industrial del Tajo (certificado que, además, debíamos conservar en RR.HH.) o un inminente divorcio que terminaba por resolverse al día siguiente. De todo he oído yo, de todo. Vamos, que empecé un listado y ahí sigue, creciendo y adaptándose a los tiempos.
Las excusas, como los tiempos, han cambiado. Anuncié la desaparición de los prefestivos y la desaparición de San Carlos Borromeo del Convenio de Banca como inexcusable causa para no asistir a la formación presencial y obligatoria en prevención de blanqueo de capitales y se me descolgaron con una convocatoria de procesión de San Mateo en Oviedo. También me enteré del trabajo principal como dependienta de la peletería del suegro de la convocada que las tardes de los jueves, como no tenía chica, no podía ir al curso porque tenía que despachar. Porque un negocio familiar, oiga, no se puede dejar desatendido; menos aún una peletería, que venden casi tanto como Mercadona.
Pero los tiempos y los medios cambian, y donde decía CD-ROM de Lotus 1-2-3, hoy es convocatoria online al curso ese de Prezi que tenías tanto interés y que cuesta un congo, o tasas de UOC donde por lo visto estás estudiando Marketing Digital que no sé para qué lo quieres si total no tienes ordenador porque estás en caja.
Las excusas, como los medios, evolucionan. Como todo empleado que se precie come menú wellness y corre carreritas por la paz, por la mujer, por el día del niño o incluso maratones. No puedo ir al curso porque corro la maratón de Nueva York y necesito preparación física y adaptación previa, pero eso sí, de mis vacaciones no voy a pedir día porque realmente yo corro por la empresa, que valora mucho que los empleados sean deportistas. Ni que fuéramos Decathlon.
De verdad que la única que va voluntaria al curso aunque sea de Prevención de Blanqueo de Capitales y MIFID II es C.W. Ahora estudia Literatura Inglesa por la UNED, que es una universidad difícil a la que CW tiene cogido el tranquillo.
– ¿Esto lo tengo que hacer yo en mis horas de trabajo? No hija, no, esto lo puedes hacer cuando te dé la gana, caso que quieras, porque llevas pidiendo formación no se sabe los años y para eso te hemos puesto este LMS fastuoso al que puedes entrar desde tu casa, que prefieres entrar en Facebook, pues lo entiendo, pero no vuelvas a pedir que lo mismo te lo dan.
Que uno empieza a valorar lo que cuesta la educación cuando empieza a pagarse la matrícula y que los suspensos duelen también por el precio es algo que algunos no terminan nunca de aprender. Pero como van a aprender, si total no van al curso…
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