Marca España (Otra vez)
Que a Rajoy siempre le cae un desgraciado accidente para terminar de condenar sus desatinos, no es sólo mala pata, sino, y como casi siempre, producto de la chapuza nacional, agravada por el desastre autonómico y la incompetencia. Le tocó el Prestige y salió diciendo memeces de hilillos. Y le ha tocado el Ébola, que no tiene vacuna, pero que si la tuviese, seguro que no entraría en el calendario de vacunas de la mitad de los 17 calendarios de vacunación de la Autonocosa. Con un poco de suerte, que te toque varicela o tuberculosis y no Ébola. O merda directamente.
Al presidente del Gobierno, que resulta que lo que le preocupan son las encuestas de intención de voto, le acaban de retirar, por mendaz y por tontaina, lo que le quedaba de crédito político, que ese no te lo dan en tarjetas black sino en papeletas blancas. Porque se pueden hacer las cosas mal, muy mal y como en España.
No entro ya si había que traerse al cura o no, que para eso nos trajimos a los soldados de Irak y a los cooperantes secuestrados, a los que por cierto tampoco nadie les pidió ir a cooperar a ningún sitio. Pero, a lo peor, lo que no había que haber hecho es desmantelar previamente el Carlos III y deshacerse de sus profesionales con jubilaciones anticipadas y puestos amortizados. Que se de lo que hablo.
El Ébola hubiera llegado más temprano que tarde, porque no se puede poner puertas al campo y la valla de Melilla es disuasoria, pero poquísimo, y los que van y vienen y por el camino se entretienen se traen chagas, avispas asiáticas o lo que se tercie.
Hubiera llegado igual, pero si el protocolo resulta que dice que se desinfectan los pisos con lejía a lo mejor es el protocolo del profesor Bacterio y de Jacinto, que es el portero de mi finca. Todo suena a 13 Rue del Percebe y a “El Caso del Bacalo” de Mortadelo y Filemón. Ibañez, eso sí que es marca España.
A lo mejor es que los EPIS esos que llevaban los sanitarios los habían cosido en un taller clandestino y estaban caducados. Vaya usted a saber, que ya total no nos vamos a enterar y vamos a tener que sacar a San Roque en procesión para que nos libre de la peste. Si es que en España vivimos de milagro, se lo digo yo.
Mi bisabuelo, que fue médico durante la gripe española, sugirió severamente quemar los colchones de medio pueblo y todavía hoy no se lo perdonan a sus descendientes, que sale caro y total mejor morirse, que sobramos la mitad. Y de faltar uno, falta el perro y el interés por no sacrificarlo, no el científico, sino el puramente animalista. Como si a los perros no se les terminase sacrificando siempre sin que se tenga en cuenta su opinión.
El problema ahora no tiene solución y la ministra, recordada siempre por aquella frase, la más pija de la historia, de “el mejor momento del día es cuando veo como visten a mis hijos» no se plantea ni por un momento dimitir o reconocer, a menos que ella tenga más miedo que vergüenza.
* * *