Economista Descubierta

Tercera sesión de Coaching: persigue tu sueño

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La Economista Descubierta

Mi coach quiere saber cuáles son mis pasiones y cuáles mis sueños, porque quiere acompañarme para conseguirlos, liberada por fin de mis creencias limitantes. Mis creencias limitantes tienen más de facturas y cuenta de pérdidas y ganancias que de creencias, pero mi coach, entusiasta convencido y desconocedor de Hiparquía, cree que el sarcasmo y la ironía son dos jinetes fatales que convierten a mi yo percibido en un espectro borde en absoluto relacionado con mi yo real, que es una monada, (sin tilde).

Como no quiero desaprovechar esta estupenda fuente de inspiración que está siendo el coaching, tomo notas a montones, que siempre es bueno llevar cuaderno a mano. Y el hombre, encantado, porque por lo visto soy una coachee diligente y aplicada.

Mis pasiones, como las de mi buena C.W. son los gintonics, las anchoas y las telenovelas mexicanas siempre y cuando hayan sido producidas por Carla Estrada y con guión adaptado de Caridad Bravo Adams. Si la telenovela y el gintonic pueden coincidir a la misma hora, añado una tercera pasión, que es la siesta.

Ésta es una pasión cutre y todoacien de la que sólo me redime haber leído, e incluso subrayado “El hombre unidimensional”, por decir algo . Es una pasión que por mucho que me mueva, y a pesar de haber enviado una hermosa misiva de declaración de intenciones literarias a Televisa, no me ha sacado de mi tristeza laboral ni tiene visos de sacarme.

La pasión por el gintonic, antes de que se pusiera de moda, o la de las anchoas, tampoco presenta nada de aliciente para el coach y, como tal, no parece que vaya a conducir a nada que no sea la hipertensión y la celulitis.

Mis pasiones, como mis sueños, o están teñidas de realidad o son realidades de un vulgar que desaniman a cualquier entusiasta del autodescubrimiento y la persecución de sueños.

Es verdad que yo debería estar trabajando en mi yo deseable, y hacer coaching con el Thiomucase, la peluquera, la esteticién e incluso la miopía o la blefaroplastia, y arreglarme las imperfecciones que impiden que persiga mi sueño, a saber: tener diez años menos y conseguir, por la vía de la mirada fascinante, lo que no conseguí con mi currículum.

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