Economista Descubierta

Sprezzatura

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De las críticas que uno recibe a diario, conviene discernir cuáles vienen de aquellos a quienes apreciamos y cuáles son tan despreciables como los críticos que las despachan.

Dicho lo cual, es bueno recordar que ser es ser percibido, más aún en este mundo tan instantáneo, espúreo y superficial en el cual nos movemos.

Verdaderamente, lo que uno sea verdaderamente, es casi lo de menos. Y yo, afortunadamente, soy mi mejor amiga y me consuelo bastante conmigo misma. Aunque haya veces que se me salten las lágrimas y me queje desconsolada. Presumir de pringada es el colmo y es mejor no dejar atisbar a los demás ni mucho esfuerzo ni mucha rabia contenida.

Es muy fácil formular recetas para la contención, pero es difícil ejercerla. A mí no se me ocurre mejor receta que una que leí en algún tormentoso cuento infantil donde alguien se hacía una herida en la lengua para obligarse a pensar mucho antes de utilizar la lengua. Estoy por hacer lo propio, porque soy de natural lenguaraz y me funciona el magín muy deprisa. Demasiado, me temo.

Alguno de los que aprecio me ha señalado que mi fracaso profesional viene no sólo de mi aparente sectorización, ni de mi edad, ni de mi sexo, ni de que me dedico a algo que ya no se lleva y además está en transformation, sino que más bien, y sobre todo, a que soy demasiado cínica, demasiado directa y que no soy un personaje cómodo.

Como me aprecia, me lo ha apuntado tímidamente, pero yo he dicho el resto, porque yo me conozco de memorieta y conozco mis facetas y mis debilidades antes de que ningún coach petardo me viniera a hablar de puntos fuertes y creencias limitantes.

Yo que soy una negociadora dura como el pedernal, sólo caigo simpática a una minoría que es capaz de encontrarle la gracia a lo mismo que yo. Porque no olviden que la mayoría se mueve en las profundidades del charco y se encuentran tan a gusto.

No me ha molestado en absoluto, aunque le he tenido que reprochar que pensara que yo no lo sabía. Paso tanto tiempo como única habitante de mi órbita que he tenido tiempo de sobra de conocer hasta el último resquicio de mi ser, el oculto y el percibido. Sé de sobra que, de haber alguna oportunidad de reengancharse a una carrera profesional de lustre, caso de que la haya, debería ser capaz de tragar carros y carretas con la mejor de las sonrisas, ser la pelota ejemplar y aguantar por igual tiranías, estupideces, nepotismos, enjuagues y caprichos.

Caso de que la haya, debería confiar en el olvido colectivo (la memoria de los demás es siempre asombrosamente breve) y que se olvidaran de mí y mi memorable mala leche.

Y esperar, naturalmente, un milagro. Porque a mí, como a Mafalda, “no me sale el yoga”.

Pero les juro que lo estoy intentado. C.W. dice que ni se me ocurra, que tragarse la quina y disimular es causa directa de miomas, tumores y atrocidades varias y que es mejor morir de infarto, como el Rey que rabió, que reconcomida.

Y es que probablemente debería practicar más el lenguaje político.

La Economista Descubierta en blogspot.com

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