El Hola

En mi casa nunca entró revista del corazón alguna porque mi madre las detestaba y despreciaba por partes iguales. “Lecturas superficiales para mujeres superficiales que no tienen conocimientos ni interés para leer otra cosa y a las que les sobra tiempo para perderlo en bobadas porque no tienen nada que hacer ni capacidad para hacerlo [sic]”.
(A la próxima imbécil neofeminista que me hable del género y el número le remito a mi madre y sus lecturas y le pregunto por la suyas: madre y lecturas respectivamente).
Ni que decir tiene que esta situación me causaba ciertos “desajustes” cuando todo el mundo hablaba de la boda de ésta o la casa de la otra, porque yo nunca sabía quién era nadie y, si lo sabía, no sabía qué cara tenían.
Así que servidora, en un arranque de adolescencia rebelde, decidió que, por qué no, de vez en cuando, en la peluquería o en casa de la vecina, se podía leer el Hola en lugar de los “Episodios nacionales”. Incluso en la playa aparecí una vez con el Hola y un regaliz negro y no recuerdo que se enfadara más por el Hola que por el regaliz, que dejaba los dientes negros y ¡ensuciaba el estómago!
A partir de ahí no me convertí naturalmente en compradora asidua, pero si me lo compré religiosamente en los bodorrios, funerales regios, visitas del Papa u otros eventos de muchas fotos. La lectura comunitaria del Hola, además, da para agradables ratos con C.W. que lo disecciona estupendamente.
El broche de oro fue mi regreso de Estados Unidos en un Jumbo revolucionado por la muerte de Paquirri donde un único ejemplar de Hola pasaba de mano en mano, ante el asombro de los guiris embarcados (who is Paquirri?, who is Isabel Pantoja?). Como para explicárselo…
Y me comenzó a parecer una empresa interesante. Empresa española familiar, bien gestionada, muchas ediciones internacionales. En fin, un producto único e imbatido, sin competencia. Incluso envié un currículum, al que no hicieron caso, por supuesto.
Y ahora estoy sinceramente apenada, porque presumo el fin del imperio del Hola y atisbo en ello el final del mundo que conocemos. Die Welt von Gestern, versión Sánchez Junco, vamos, adaptado al nivel de profundidad del solar matrio.
Porque si el Hola saca a Corinna voluptuosamente colocada y va a tener que dedicarle las portadas al cumpleaños de Nati Abascal porque la Infanta sale en otro tipo de publicaciones, está claro que el futuro del colorín amable se adivina difícil. Y es que las lectoras de la peluquería quieren cuentos de Cenicienta revivida, trajes largos y niños rubios, vacaciones sin tartera ni bolsa-nevera, casoplones preciosos, pero sin sólo Mondanité, como las revistas libanesas o las mexicanas.
Y claro, si el Hola se queda sin personajes protagonistas, se queda sin público, porque para ver a los de Gran Hermano creo que ya hay otras publicaciones.
Se lo digo yo, esto se acaba.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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