Economista Descubierta

Todo son “los nervios”

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La Economista Descubierta

Leo en el periódico que la Asociación Americana de Psiquiatría ha modificado por primera vez en 20 años su «Manual de diagnósticos y estadísticas de enfermedades mentales» para incluir en él nuevos trastornos, tales como la adicción a la comida o los berrinches persistentes en los niños.

Dicho lo cual, lo que no estaría de más es que se fuera revisando qué entiende la famosa Asociación por enfermedad porque la modificación definitiva de un concepto a través de la modificación progresiva del catálogo siempre se me ha antojado fascinante.

La Asociación Americana de Psiquiatría decide qué es estar chalado y qué no, y todos corriendo a modificar pertinentemente el lenguaje para no ser políticamente incorrectos. La modificación sustancial por convención se da de tortas con la metafísica, la ontología y todo lo que tenga que ver con la esencia, pero no pasa nada porque la Asociación Americana de Psiquiatría hace lobby y genera impacto e influencia. Y seguro que emite certificados y da coaching.

Y en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira y ser es ser percibido y la asociación americana, como no es de Albacete sino de Alabama, pues ya se estima superior. Ella y sus conclusiones.

Es decir, que si ellos consideran que uno es un enfermo mental, los demás a tratarle como tal; y si por el contrario deciden que no lo es, a tratarle como si no lo fuera. Esto, que así dicho parece una simpleza y una perogrullada, no lo es en absoluto porque la modificación de concepto implica cambio de tratamiento hacia el individuo. Y si la modificación del concepto se hace porque unos señores lo deciden, pasamos de la cárcel al hospital o directamente al observatorio o a la pensión compensatoria. Por convención, oiga, por convención.

Bien pensado, a mí me viene bien, porque si los berrinches persistentes en los niños se consideran enfermedad mental, yo me convierto en Cuidadora de Enfermo Mental y por ende, a lo mejor, el día que la Tesorería vuelva a tener pasta, me ponen un sueldo o una pensioncita, y al del berrinche una administración de Loterías; toda vez que los estancos ya no dan dinero porque fumar está pasadísimo de moda y no sé si una enfermedad mental pero un tipo de enfermedad vergonzante, seguro.

Siento ofender a los que de verdad tienen la desgracia de tener un loco en su familia o estar locos ellos mismos. Loco, sí, ¿qué pasa? ¿La palabra ofende o duele la situación? Yo cuento en mi familia un par de hijos de puta y les garantizo que es bastante más grave y seguro que más doloroso. También tengo un par de estafadoras laborales que se deprimen cuando no les suben las mechas y que se han recuperado milagrosamente de su depresión enorme cuando les han dejado de pagar el complemento voluntario.

En cualquier caso, que todo son “cosas de los nervios” ya lo decía mi niñera, que era analfabeta y burrísima. Y lo afirmaba no por convención, sino por convicción.

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