Resiliencia (sesión bienvenida de coaching)

En mi provincia de tercera y con matrícula de dos letras, el nuevo concepto “resiliencia” se definía con el término apocopado “ajoyagua”, a saber: a joderse y aguantarse. Lo que mi madre hubiera denominado “San aguantarse cayó en martes” o “hacer de la necesidad virtud”, pero ahora resulta que “ajoyagua” se dice “resiliencia”.
A lo mejor alguien se ha creído que la Economista nació rancia y obediente. Se equivocan. Quien me conoce, lo sabe. Sin llegar a ser una descerebrada, la Economista hizo, a partir de determinada edad, todo lo que le salió de las narices. Eso sí, servidora lleva pagándose sus caprichos, sus voluntades y sus excentricidades desde hace más de 25 años. Yo he podido ser manirrota, confiada, voluble, romántica e incluso joven. Pero nunca jamás he puesto en los demás la causa de mis desgracias. Me las he tragado todas y me las he llorado sola, con o sin gin tonics, con o sin lexatines.
Para bien o para mal nunca he pretendido adaptar la realidad a martillazos ni intentar que la vida se adecuara a mi carácter o a mi voluntad. Me he tragado largas soledades desde el patio hasta la mesa del despacho, pero nunca he pensado que todo debía adaptarse a lo que a mí me convenía.
Dicho lo cual, la Economista no es de natural ascético, sino de devenir resignado; y no resiste porque suponga eso de quien resiste gana, sino porque no tengo más estrategia que la supervivencia laboral y la cotización máxima, a ser posible continuada.
Pero tonta no soy, aunque me lo haga, y sigo viendo cómo se mueven a mi alrededor los que con tal de pillar silla al ritmo de la música pimba te cuentan su película como si de decisiones estratégicas se tratara, en lugar del “qué hay de lo mío” que es la verdad aplastante.
Así que hoy he tenido mi primera reunión con mi coach certificado y ha determinado con perspicacia inusitada que tengo muy bien trabajada la resiliencia. (Por lo visto estábamos describiendo mis fortalezas)
La resiliencia-de-los-cojones, con perdón, he pensado, pero no dicho.
– “¿La resiliencia, te parece?”. He dicho, hipocritona.
Y me larga una parrafada de los juncos y la flexibilidad. Y del camaleón y del cambio… Menos mal que no me ha recomendado el libro del queso o me hubieran dado bascas incontenibles.
Por lo visto, después de definir los objetivos de estas sesiones de Coaching Profesional, lo que hemos sacado en claro es que soy resiliente. Y por lo visto eso es buenísimo.
Una pringada es lo que soy. Una pringada superior, y por lo visto, una actriz excelente. Y yo sin saberlo, el próximo día cuando repasemos las fortalezas, le voy a hablar de mis capacidades innatas de interpretación.
La Economista Descubierta en blogspot.com
* * *