Yanis Varoufakis

Quienes desprecian el euro tienen la mayor responsabilidad de ayudar a salvarlo

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Fotografía de Yanis Varoufakis

Yanis Varoufakis

El pasado lunes tuve la oportunidad de dirigirme al European-Atlantic Group en el parlamento británico. Más tarde, esa misma noche, también tuve el honor de dar un discurso tras la cena del Caledonian Club. El tema en ambos eventos fue “La recuperación global y europea: ¿qué requerirá?”

Curiosamente los organizadores, al igual que la mayoría de los asistentes, pertenecen al sector conservador de la política británica. De hecho, no sería incorrecto describir el ánimo de la audiencia como “euroescéptico”. Por este motivo me sentí obligado a presentar a mis anfitriones un punto de vista que defiendo con vehemencia:

Los peores enemigos de la unidad en Europa son quienes abogan por una integración política sin ofrecer un plan lógico para resolver la cuádruple crisis de la zona euro: la de su sistema financiero, la de deuda pública, la de falta de inversión y, finalmente pero no menos importante, el creciente déficit democrático. Permítanme hacerles una reflexión que es bastante menos paradójica de lo que parece: quienes más desprecian el euro tienen la mayor responsabilidad moral de ayudar a salvarlo (palabras pronunciadas en mi discurso en el Caledonian Club).

Si bien los discursos que pronuncié no fueron previamente escritos, lo que hace imposible que los reproduzca aquí (aunque es posible que pronto consiga una grabación del audio), a continuación les relato las conclusiones de mi charla principal esa noche.

Señoras y señores, el mundo después de 2008 no puede ser explicado con el mismo lenguaje del que le precedió. Ahora nos encontramos en terreno desconocido y tenemos que crear una narrativa nueva.

Hasta 2008 basamos nuestro crecimiento en lo que resultó ser una estafa piramidal de alcance global: un mecanismo de reciclaje global superavitario condenado a ser sepultado por sus propias ruinas. Impulsados por lo que yo llamo “teoría económica tóxica”, una ideología particularmente perniciosa, Estados Unidos, el Reino Unido y la zona euro actuaron como si vivieran en una Gran Moderación, cuando la realidad no podía ser menos moderada.

Tras la crisis crediticia del 2008, tanto Europa como Reino Unido se han volcado sobre una fórmula de “Austeridad Ponzi”, que se basa en la ilusión de que el crecimiento llegará a través de la emisión de deuda nueva condicionada a una austeridad universal confiscatoria, así como del rebufo gratuito del crecimiento proveniente de América y Asia. Por supuesto, no será así. Europa no puede evadir su responsabilidad de contribuir al restablecimiento del crecimiento mundial.

Sin embargo, al esbozar la recuperación hay que considerar que el retorno al crecimiento no puede tener lugar a cualquier precio. Necesitamos crecimiento en sectores que generarán cosas que la humanidad más necesita y una gran contracción en los sectores venenosos que pervierten y embrutecen la existencia: desde los contaminadores tangibles como las burbujas inmobiliarias hasta los derivados tóxicos.

Tenemos que apostar por la movilización de ahorros ociosos hacia inversiones a mediano y largo plazo que realmente sirvan a las necesidades de las personas en lugar de producir nuevas burbujas que reemplazan los efectos nocivos de las anteriores y que luego estallan de manera desastrosa. Nada de esto podrá lograrse en mercados paralizados por el miedo alimentado diariamente por la austeridad universal. De la misma forma, nada ocurrirá hasta que la inversión pública se tome en serio a los mercados.

Finalmente permítanme terminar con una reflexión ad hoc con los grandes debates que tienen lugar en este recinto sobre el papel que este país debe de jugar en Europa y en relación a su actitud con respecto a la euro zona, la unión monetaria cuya actual desintegración amenaza con empujarnos a un largo invierno de descontento global.

Como muchos de ustedes aquí, que comparten una disposición euroescéptica, yo también pienso que nosotros los europeos hemos creado un monstruo en forma de unión monetaria europea. Como el Dr. Frankenstein de Mary Shelley, cuyas intenciones no eran del todo malas, ahora nos encontramos incapaces de controlar nuestra creación, el euro; una bestia que está destrozando nuestro entorno sin consciencia.

Mi mensaje, amigos euroescépticos, tanto de la izquierda como de la derecha, tanto aquí en Reino Unido como en mi propio país, es el siguiente: cuidado con lo que deseen, porque el dios más cruel es aquel que nos concede nuestros deseos.

Puede que deseemos que los defensores del euro a ultranza despierten, que aprendan la lección y que su moneda muera. No obstante, lo trágico es que si eso ocurre el dolor se expandirá y la gran mayoría de las víctimas se encontrará fuera de la zona euro, quienes sufrirán aún más que los propios eurócratas.

Si no logramos arreglar la zona euro es muy posible que Europa cause, por tercera vez en un siglo, otra calamidad innecesaria a la humanidad. Mi gran preocupación, y convicción, es que el peor enemigo de Europa son los leales defensores del euro que profesan su fe y servilismo hacia él, y no los euroescépticos. Europa necesita euroescépticos o, mejor aún, Europa necesita eurocríticos en su seno que nos alerten de los riesgos de embelesarnos y pensar que podemos esperar a que todo esto pase.

Después de todo, ninguna economía es una isla.

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Copyright © 2012 · Yanis Varoufakis

 

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