Economista Descubierta

Mamá en Alemania

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No sé si se acuerdan de que yo tenía (tengo) un blog a medias con C.W.

Blog que últimamente anda al baño maría debido a mis espasmódicos ataques de pánico. Servidora empezó el blog cuando estaba en paro y le sobraban tiempo y angustia a partes iguales. Blog en que se ponía a caldo esta tontuna del Recurso Humano y narraba las dificultades de reincorporase al mercado laboral cuando se está medianamente cualificada y, además de ser mujer, se tienen unos cuantos años.

Como milagrosamente encontré un trabajito apañado, precisamente en el famoso Recurso Humano, entré en pánico y cerré el blog, no fuera a ser que me descubrieran y, como dicen los hispanoamericanos, “me corrieran”. Entre tanto, estos señores tan amables de Truman Factor me habían descubierto y me instalé aquí, donde además, me pusieron una imagen rubita y tal.

Pero sigo navegando por la blogosfera y encontrándome a aficionados a la cosa de escribir. Algunos buenísimos.

Y el otro día me encontré a una Mamá en Alemania con la que me identifiqué en muchas cosas y de la que sospecho que comparto hasta formación universitaria. La verdad es que la mamá en Alemania hubiera podido ser yo misma si en un momento determinaden no hubiera mandado a tomar por culen el asunto alemán, precisamente por las perspectivas como mujer profesional y futurible madre en Alemania. Si ya aquí lo tengo chungo, no les cuento en Alemania.

Alemania es un país con cosas estupendas, un idioma rico y unos electrodomésticos formidables, pero también es un país donde, a pesar de lo que muchos crean, la mujer con hijos no sólo no está apenas incorporada al mercado laboral, sino que es un ama de casa de la antigua escuela, que además de adoptar el apellido del marido, conserva y mejora los roles ancestrales que da gusto. Vamos, no es que concilie, es que una madre alemana se dedica a sus niñitos y a sus tartas, y si tiene un trabajito, es un rato na más y además la critica todo el mundo. Sobre todo, las mujeres.

Y no se crean que es el modelo de mujer estupenda y desocupada que coloca a los niños con la Marmota y se va al gimnasio y a la peluquería y tiene a la filipina hasta el domingo. No. Me refiero al modelo Pringada Superior que se pasa el día con el rorro escasamente lavado colgado (del pañuelo) y cocina sin parar en una cocina que no limpia (demasiado a menudo). Lo de Pringada Superior lo digo yo y es naturalmente una opinión, pero ya saben que la opinión es como el culo, que cada uno tiene el suyo.

No se me ofendan, que sé de lo que hablo.

Ya sé que porque somos la cigarra y compramos los bodys nuevos para nuestro primer hijo (y para el segundo, si los primeros no llegan en buen estado) y gastamos el dinero que nos prestaron los alemanes en pagar a Marmotas Ilegales e incluso Salus para poder recuperarnos de nuestras cesáreas, va España como va. Si fuéramos alemanas, en la encuesta de población activa no aparecerían ni las mujeres contratantes de marmotas ni las marmotas demandantes de empleo, las primeras porque estarían en casa haciendo galletitas y las segundas, por superfluas y mal vistas. Entre lo que no me gasto y que no aparezco como Población Activa, me quedan los números niquelados.

Yo eso lo detecté en el minuto 16 de vivir en Alemania, mientras veía caer la primera nevada. Aquí no voy a encontrar trabajo ni de coña y si lo encuentro será una mierda, me voy a tener que quedar en casa peleándome primero por no tener Marmota ni posibilidad de ella, no poder limpiar con amoníaco la mierda de los anteriores inquilinos, no voy a poder matar las Kakalaquen porque me van a denunciar los vecinos, no voy a poder vestir a mis hijas de rosa y faldón de primera puesta y no de verde puñeta y lana grumosa de segunda mano, no voy poder encontrar un cochecito azul marino, no voy a poderme pintar sin que me digan que parezco una turca, no voy a poder ponerme el visón de mi difunta madre sin que me miren como si fuera una asesina, con lo bonito que es y lo que huele todavía a ella, me niego a hacer bocadillos con el desayuno del hotel y guardarlos en el bolso, no pienso veranear de camping sin necesidad y lo que me faltaba era tener que venir a España a darme las mechas y depilarme.

Lo vi nítido… y aunque aguanté unos añitos, me volví… Y eso que yo tenía un trabajo español en Alemania, con un jefe español que los lunes decía “ayer soñé con que tomaba el aperitivo en Salas, y tiraba las cáscaras de las gambas al suelo”.

La Economista Descubierta en blogspot.com

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