Oleski Miranda Navarro

Letras que liberan

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Mi experiencia laboral en distintos hoteles de Estados Unidos me permitió acumular experiencias de todo tipo, algunas frías e insustanciales y otras llanamente edificantes. En uno de esos tantos días de aquel 2007, cuando apenas me libraba de los primeros bostezos, recibí una de esas llamadas inconfundibles que se hacen a tempranas horas, para solicitar los servicios de un bellboy. Al llegar al cuarto me encontré con una mujer de unos treinta y tantos años casi cuarenta, con lentes de pasta y zapatos deportivos. Me recibió con  una sonrisa explayada en el rostro y con una actitud de apuro. Al verme rápidamente apuntó a la esquina donde se encontraban sus maletas. En el momento que me disponía a ayudarla noté sobre el escritorio de la habitación, entre sus dos computadoras portátiles y una buena cantidad de papeles, un libro llamado Freedom Writers. De éste tenía alguna referencia principalmente porque ese mismo año se había estrenado una película basada en este texto escrito en clave testimonial. Eran como las seis y quince de la mañana y para sacar algo de conversación me di por preguntar:

-¿Qué tal el libro, lo ha leído?

-Sí, claro, es muy interesante- respondió modestamente.

-Y el filme, ¿lo ha visto?

-Sí, varias veces- manifestó suspirando.

-¿Por qué varias veces?- pregunté de nuevo.

-Porque Hillary Swank me interpreta en la película- comentó ruborizada mientras doblaba algunas prendas de vestir.

Resulta que a quien estaba ayudando se trataba de unos de esos personajes anónimos, que logran verdaderos cambios en la vida de las personas y luego son objeto de inspiración para hacer películas con finales enaltecedores. Hablaba con Erin Gruwell una joven maestra de inglés de California que había inspirado el filme que protagonizó Swank. La profesora se hospedaba en el hotel como la estrella invitada en la entrega de unos premios auspiciados por una cadena de supermercados, reconocimientos que reciben anualmente las escuelas y maestros del Estado de Texas.

The Freedom Writers Diary book cover

La historia de esta educadora es extraordinaria, en 1994 cuando tenia apenas 24 años, le fue asignada una clase en una de las zonas educativas más conflictivas de Los Ángeles, donde muy pocos alumnos de los liceos terminan graduándose y mucho menos atendiendo la universidad. En esta escuela pública de alto riesgo, encontró que la mayoría de sus alumnos no conocían más que vejaciones, abusos y desatenciones. Sin embargo lo más grave que encontró Gruwell, fue la violencia a la que muchos de estos adolescentes estaban expuestos. Cuando preguntó si alguno de ellos había sido herido con armas blancas o de fuego, casi todos empezaron a mostrar sus cicatrices. También descubrió que la mayoría habían perdido amigos por la violencia de las pandillas. Tales condiciones la marcaron tajantemente, entendiendo que era necesario realizar un cambio en la vida de esos jóvenes.

La estrategia de Gruwell fue optar por uno de los caminos más dificultosos: la lectura y la escritura. Armada de paciencia le regaló a cada uno de sus alumnos, unas bolsas llenas de libros pensados para detonar el interés por la lectura. Con mucho miedo y determinación, usando métodos comparativos empezó a conectar las historias de vida de estos chicos, con las de las víctimas del holocausto y otros conflictos mundiales. Gruwell puso en manos de los estudiantes The diary of a young girl, conocido en español como El Diario de Ana Frank y Night de Elie Wiesel; manuscritos escritos por jóvenes judías donde se narra en forma de diarios, las cruentas experiencias que vivieron durante la segunda guerra mundial. Otro de los libros utilizados fue el diario escrito entre 1991 y 1993 por una niña de Sarajevo. La hoy periodista y escritora Zlata Filipović, en ese entonces al llevar su diario, expuso el impacto que tuvo la guerra de Bosnia en su familia y su vida. El realismo y emocionalidad de estas lecturas suscitó cambios importantes entre sus estudiantes. Un día se apareció con otro regalo: unos cuadernos vacíos y muchos bolígrafos. Gruwell sabía que ellos también tenían muchas historias que contar.

Con el tiempo llegaron a conformar el llamado grupo de escritores libres o Freedom Writers. Tanto su iniciativa como este grupo de jóvenes escritores, fueron objeto de varios reconocimientos. No obstante para ella el logro más importante alcanzado, fue el hecho de que los 150 estudiantes de esas clases, se graduaran y llegaran a ser aceptados en distintas universidades. Agradado de haberla conocido llevé sus maletas al auto que la transportaría al aeropuerto. Rápidamente antes de abordar el vehículo, se despidió amablemente con un abrazo y me dio unos 10 dólares de propina, más un pequeño estuche donde había unos bolígrafos parecidos a los que regalaba a sus alumnos.

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