Luis Martín

Entre líneas

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Cuando le preguntan a Leopoldo Abadía sobre la clarividencia de su Crisis Ninja, él suele decir que no hizo más que dar seguimiento riguroso a información disponible en los medios de comunicación. La clave para comprender la actualidad económica y no perderse en la marea informativa, sugiere Abadía, es centrarse en uno o dos medios únicamente y leer entre líneas.

A continuación un ejemplo que se antoja interesante y que resume los dos últimos años de crisis en Europa a través de los ojos de un prominente economista español cuyas reflexiones publicaba hasta hace poco el diario El Mundo.

En marzo de 2010, refiriéndose entre otras cosas al reto que suponía para España cumplir con el objetivo de déficit del en 2013, el economista escribía lo siguiente en su columna para uno de los principales medios escritos del país:

“El punto fundamental es si es posible, con un ajuste fiscal de tal calibre, que se obtengan las cifras de aumento del PIB que se proyectan en el Programa y que suponen crecer cerca del 2% en 2011 y del 3% los dos ejercicios siguientes. Implícitamente, se está considerando que la demanda privada -consumo, inversión y exportaciones- se va a recuperar con la intensidad suficiente para compensar el ajuste presupuestario. La cuestión básica es si dicha recuperación del gasto privado es posible con el nivel de deuda de las familias y empresas, el ajuste todavía pendiente del sector inmobiliario, la lenta restructuración del sector bancario y nuestra pérdida acumulada de competitividad.” (27 de marzo de 2010)

Más tarde, en octubre, el economista explicaba:

“lo que extendió [la Gran Depresión] convirtiéndola en un fenómeno global fue el surgimiento de tensiones proteccionistas cuyas principales expresiones estuvieron en las devaluaciones competitivas, que buscaban favorecer las exportaciones a costa del resto de países. Esta práctica acabó derivando en medidas de naturaleza comercial frente a terceros, lo que debilitó el comercio internacional, e incluso agravó las tendencias nacionalistas que en muchos casos desembocaron en los totalitarismos que nos llevaron a la Segunda Guerra Mundial.

“Se trataba en última instancia de empobrecer al vecino, en la ingenua creencia de que existían salidas nacionales a la depresión.” (31 de octubre de 2010)

En diciembre del mismo año advertía:

“El que dos países hayan tenido que acogerse a programas de salvamento y otros estén cuestionados abre enormes interrogantes sobre el futuro de la zona euro tal como la hemos conocido hasta ahora. Nos hace preguntarnos en qué nos hemos equivocado, y cómo tenemos que actuar para salvaguardar el futuro de la moneda única. (…) La primera causa de estos errores fue tal vez ignorar la fuerza y las consecuencias de una política monetaria de talla única que inundó de liquidez a tipos muy reducidos, incluso negativos en términos reales, a los países de la periferia.” (5 de diciembre de 2010)

“La compra masiva de bonos por el BCE es una alternativa simple, de mero alivio temporal, que no corrige una situación de insolvencia de un país. Considerar que es la panacea de los problemas actuales es un planteamiento erróneo, que puede acabar llevándonos, en última instancia, al fin de la moneda única.” (12 de diciembre de 2010)

“Ya no sólo es necesario un compromiso político absoluto con la reducción del déficit. Es imprescindible convencer de que vamos a recuperar con rapidez la capacidad de crecer. Además, resulta fundamental ser muy transparentes con los balances bancarios y acelerar los ajustes ineludibles en los precios de los activos inmobiliarios. Debemos convencernos de que el tiempo no sólo no arregla el problema, sino que incluso lo agrava, dado el nivel de desconfianza que reina en los mercados. Esta transparencia debe a su vez extenderse a las cuentas públicas de todas las administraciones.” (19 de diciembre de 2010)

En enero de 2011 se refería a la estrategia de los «rescates» en Europa así:

“La estrategia de Bruselas parece que se va a basar en dos pilares. El primero es que el fondo de rescate, creado en mayo del año pasado, tiene que utilizarse de modo diferente a como se ha usado hasta el momento, ya que no ha evitado la extensión del contagio cada vez que se utilizaba para un país. Por decirlo de otra forma, se trataría de ser capaz de emplear la facilidad de modo preventivo. Hasta ahora, la utilización de la ayuda es siempre rechazada por los gobiernos ya que, primero, supone su estigmatización, al reconocer que su política económica ha fracasado, y, además, porque el rescate tiene como contrapartida la imposición de un plan de ajuste muy doloroso en términos sociales. Esto lleva a que los gobiernos acepten la ayuda siempre tarde y cuando la situación ha sufrido un deterioro importante, que suele ser además proporcional a lo que dura la fase de negación de la ayuda.” (23 de enero de 2011)

Tres meses más tarde, en abril de 2011:

“Empeñarse en la viabilidad de una estrategia sin reestructuración de deuda puede llevar al agotamiento de los gobiernos de los países periféricos, que incluso en algún momento podrían llegar, en su debilidad, a cuestionar el futuro de la moneda única.” (3 de abril de 2011)

“Es cada vez más evidente que hay algo erróneo en la forma en la que hemos diseñado los mecanismos de rescate de los países periféricos. A diferencia de lo que ocurre con los programas del FMI, en el caso de la zona euro no es posible devaluar la moneda, y se intenta evitar de cualquier modo una reestructuración de la deuda de los países. Pero poner sólo el énfasis en los ajustes fiscales es dejar los programas desequilibrados, lo cual es un camino seguro hacia el fracaso económico y social. Se consigue únicamente evitar que el país deje de pagar sus obligaciones en el corto plazo, pero al no favorecer el crecimiento, se da la impresión de que únicamente se está intentando comprar tiempo.” (17 de abril de 2011)

En junio de 2011 resumía la delicada situación de Europa así:

“El dilema al que se enfrenta la Unión Monetaria es objetivamente enorme y de casi imposible solución. Tanto la salida adoptada -un nuevo rescate y ganar tiempo- como la alternativa -la reestructuración de la deuda griega-, tienen consecuencias muy negativas. Lo bueno ahora es que ya no se volverá a plantear más, puesto que no creo que haya una tercera versión del rescate. En el futuro, el dilema será distinto. Vendrá dado por la elección entre una integración fiscal real en el seno de la Unión Monetaria o la ruptura del proyecto de la moneda única tal como hoy lo conocemos.” (12 de junio de 2011)

Tras el terrorífico verano de 2011, el economista explicaba:

“a medida que no producen los efectos deseados, se generaliza la opinión de que las medidas y recetas de política económica aplicadas son incapaces de devolvernos a una senda estable de crecimiento, con el consiguiente desprestigio para los gobiernos y líderes mundiales… compatibilizar las necesidades a corto plazo con los objetivos a medio plazo en el ámbito fiscal se hace una misión casi imposible.” (11 de septiembre de 2011)

“el único modo en el que los países endeudados pueden financiarse a un coste razonable y sostenible en el tiempo, evitando el impago de la deuda, es una emisión conjunta por parte de todos los países de la zona euro, de modo que el coste de estos bonos sea muy inferior al que soportan actualmente los países débiles.” (18 de septiembre de 2011)

“La zona euro está sometida a una especie de contradicción que dificulta sus decisiones. Por un lado, es evidente que Grecia necesita reducir, vía restructuración, el peso de una deuda a todas luces insostenible. Por otro, se teme el contagio de dicho impago sobre otros países vulnerables y sobre la propia banca europea, cuyo balance está lleno de deuda soberana periférica. Ante el fracaso evidente de los planes de rescate griegos, seguramente se haya decidido que resulta mucho más inteligente dejar que Grecia reestructure su deuda en unos meses y, simultáneamente, ir levantando de forma preventiva los muros de contención para hacer frente al tsunami que puede ocasionar. Todo parece indicar que el primero va a ser alrededor de la banca europea.” (25 de septiembre de 2011)

El lector puede estar de acuerdo o no con las reflexiones que hace el autor de estos comentarios en cada momento, pero sin duda resultan valiosos a la hora de dar seguimiento a la actualidad. Los textos describen cómo el economista en cuestión valoraba el presente, cómo vislumbraba el futuro y por dónde consideraba que había que buscar soluciones.

Aunque su columna ha desaparecido, seguimos prestando atención a lo que dice este economista. Leyendo entre líneas con mayor esfuerzo, eso sí, pues se trata de Luis de Guindos, el actual ministro de Economía español.

Los artículos de Luis de Guindos (cuando no era ministro)

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