«Milagro sobre hielo»
Se conoce como «milagro sobre hielo» (en inglés, Miracle on Ice) a la victoria de Estados Unidos sobre la Unión Soviética en la fase final de hockey sobre hielo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980 celebrados en Lake Placid (Nueva York).

"Milagro sobre hielo"
Fue uno de los mejores momentos deportivos del siglo XX. Lo que lo hizo más sorprendente fue que un puñado de aficionados estadounidenses derrotó a un equipo de soviéticos que eran aficionados sólo de nombre.
La Unión Soviética, y los ideales del comunismo, despreciaron a sus atletas. Las personas con talentos especiales recibían premios especiales. Pero no sólo era el caso para deportistas, eran la élite y aquellos con conexiones políticas quienes también recibían tratamiento especial. La Unión Soviética se alejó tanto de los ideales del comunismo que terminó por convertirse en un caos que no era ni comunista, ni socialista ni capitalista, pero que recogía elementos de cada uno de esos sistemas. Al final fracasaron porque pretender ser una cosa mientras se practica otra es algo que no puede funcionar durante mucho tiempo.
El «momento AIG» significó la primera vez que Estados Unidos tiraba cualquier pretensión de capitalismo real por la ventana. Lo de Bear Stearns y J.P. Morgan se llevó a cabo con la ayuda del gobierno, en efecto. Fannie y Freddie fueron nacionalizadas, pero siempre habían sido entidades cuasi gubernamentales. Lo de AIG fue realmente especial. El gobierno ni siquiera trató de averiguar si los bancos habían logrado apuntalar su exposición. Al gobierno ni siquiera le importaba si la tenían. Entraron sumidos en el pánico y rescataron a los bancos de su propia locura: no le dieron una oportunidad al capitalismo. EE.UU. realmente nunca se ha recuperado de ese «momento». Hoy todo el sistema busca más y más apoyo del estado. Desde lo ocurrido con AIG, la Reserva Federal ha estado llevando acabo un programa de flexibilización masiva tras otro, y el gobierno sigue dando tumbos de un plan de gasto a otro para mantener la actividad económica con pulso.
A los primeros signos de debilidad le rogamos a la Reserva Federal, al Banco Central Europeo o al estado que haga algo contundente y rápido. La crisis de crédito europeo prometía ser la última oportunidad para devolverle un poco de capitalismo al capitalismo. Una oportunidad para premiar a aquellas instituciones que habían navegado bien a través de los riesgos y permitir que las decisiones estúpidas pagaran el precio del fracaso. Incluso hubo un momento cuando parecía que Alemania haría precisamente eso: obligar a los que se habían equivocado a pagar el precio del fracaso y apoyar a aquellos que habían tomado las mejores decisiones. Pero ahora, con Dexia rescatada y algunos supervehículos de inversión estructurada por llegar, parece que volvemos al camino que no permite el fracaso; de hecho, nuevamente, estamos recompensando el fracaso y a quienes viven por encima de sus posibilidades. No es comunismo, pero ciertamente no se ajusta a ninguna definición clásica del capitalismo.
No estoy seguro de cómo pueden subir los valores a base de apilar deuda sobre más deuda encima de quienes tienen demasiada deuda. Tal vez esta ronda de «jugárselo todo» a la irresponsabilidad fiscal y monetaria sea la que nos lleve a nuevos máximos bursátiles. En cualquier caso, no creo que vayamos a guardar buenos recuerdos del «Milagro de Cannes» del G20 en noviembre, ya que a día de hoy no hay propuestas reales para resolver la causa del problema. De hecho, a medida que esas personas en la sociedad que no tienen ni títulos ni activos se den cuenta de que el gobierno está haciendo todo lo posible para llevar los precios cada vez más lejos de su alcance, a la vez que no hace nada para castigar a los que se han equivocado, el desencanto puede dar lugar a emociones más fuertes. Puede que el movimiento «Ocupemos Wall Street» no sepa lo que quiere, incluso puede que desaparezca con la primera nevada, pero habrá cada vez más personas que hagan preguntas sobre un sistema financiero que pretende ser gestionado adecuadamente, pero que realmente nunca se ha puesto a prueba.
Cuando este año la capitalización de Hermès coincidió con la de Société Générale escuché una frase grandiosa: «puede que Société Générale tenga un valor de capitalización inferior a Hermès, pero sus empleados no necesitan un descuento para comprar allí».
Otra historia interesante es lo que estoy conociendo a través de la gente de Truman Factor sobre la banca española y cómo ésta se adhiere a las reglas. Los bancos españoles estaban pagando intereses muy altos para atraer depósitos y, a principios de este verano, el gobierno decidió penalizar estos «superdepósitos.» No estoy de acuerdo con el gobierno, pero eso es lo que hizo. Los bancos, claramente castigados, no han hecho nada, ¿verdad? No, ahora en lugar de ofrecer cuentas de depósito con alto rendimiento lo hacen a través de pagarés. ¿Y estos son los beneficiarios del dinero proveniente de los impuestos para los rescates? Maravilloso.
Nos podría venir bien otro Lehman antes de que sea demasiado tarde.
Copyright © 2011 · Peter Tchir
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