Economista Descubierta

La fe laboral

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Ando inmersa en evaluaciones del desempeño y gerundios diversos destinados a justificar, en primer, lugar mi sueldo y, por supuesto, la manera en que después retribuiremos a los que queden tras haber despedido a los que toque.

Hecha una evaluación, hechas todas; que ya saben que dar feedback equivale a dar por culo y que el scorecard y el powerpoint no sirven sino para que las secretarias se luzcan con los “colorinchis”.

Dice el editor de este sitio donde me dejan escribir los días pares que estoy ceniza y pesimista, pero es que he perdido la fe laboral, y claro, cuando uno pierde la fe se vuelve o incrédulo o descreído. Y así estamos, haciendo las cosas muy en detalle y con muchísimo esmero, pero repoquísima fe, Santa Manuela Bueno Mártir de andar por la oficina con cara de buenecita. Y hay que ver la cara de contrición y dedicación que puedo llegar a poner. Vamos, como si me lo creyese…

Es curioso ver lo que hace el paro. No sólo vivo en el terror perpetuo de perder mi empleo y la angustia de salirme del circuito, sino que he dejado de creer en lo que hago. Lo hago, ciega y servicialmente, pero sin creerme ni una sola palabra.

Si los Recursos Humanos van de gestión del talento, de reclutamiento y formación, de retribución justa y motivadora, de balance entre vida y trabajo y de negociación win win, empleados felices y empresas de éxito, yo he dejado de creerme todos y cada uno de los asuntos del negociado que me ocupa desde hace años. Ni talento, que si había poco, se terminó con Bolonia y la mercantilización del (des)conocimiento; ni de reclutamiento, que si había algún criterio parecido a un filtro ya se preocuparon las redes sociales de terminar con ello; ni de formación, que no hay dinero; ni, por la misma razón, de retribución ni justa ni, por supuesto, motivadora; ni de balance vida-trabajo, que con estos horarios absurdos en España no hay quien haga otra cosa que perder el tiempo dos horazas para comer; ni de negociación feliz; ni de empleados productivos ni de nada de nada.

No saben los candidatos qué hacer para crear empleo y se están preguntando mutuamente si recortaran prestaciones, y no de donde sacarán el dinero para pagarlas, y me pregunto si lo que les pasa es que también han perdido la fe y no se creen ni una palabra de lo que nos cuentan.

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