Jeff Harding

El fracaso inminente de la zona euro

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Fotografía de hucha eurozona

¿Recuerda esas películas en las que hay una bomba conectada a un temporizador cuyo reloj retrocede sin descanso hacia la marca øø.øø mientras que el héroe, sudoroso y nervioso contiene su respiración, corta un cable justo a tiempo y detiene la bomba? Así está la Europa de hoy, salvo que al final la bomba estalla y los mata a todos.

Nuestro planeta tiene un problema: sus principales economías (EE.UU., Japón y la UE) están en declive. Es decir, aproximadamente una sexta parte de la población mundial está perdiendo fuelle. Estas grandes economías son las que empujan al resto del mundo, incluida China. Países como China, India y Brasil dependen de la salud de las grandes economías que compran sus productos y que les permiten crecer y generar riqueza para sus ciudadanos.

Lo que hoy resulta especialmente preocupante es el estallido que está a punto de suceder en Europa. Y no es algo que esté pasando en un lugar remoto. En un mundo tan interconectado financieramente y por el comercio, el hundimiento de Europa nos concierne a todos.

Los problemas de Europa son prácticamente idénticos a los nuestros en Estados Unidos, con una variante. Es decir, sus gobiernos y bancos centrales también han implementado políticas monetarias y fiscales imprudentes y ahora el efecto está siguiendo a la causa. Se han seguido más o menos las mismas políticas que EE.UU. para el mismo fin. Han gastado mucho, han aplicado estímulos fiscales de corte keynesiano en un intento de rescate, han asumido enormes deudas y déficits y sus economías están en declive.

La variante es la Unión Monetaria Europea, conocida como zona del euro. Es como si en EE.UU. no hubiese gobierno federal y cada estado fuera verdaderamente soberano, pero con un banco central común. Algunos estados gastan más que otros, financiando sus déficits a través de préstamos de grandes sumas de dinero para apoyar los programas que sus ciudadanos querían. Esos estados quieren que el banco central compre su deuda flotante y les conceda préstamos creados de la nada; o de lo contrario se irán a pique y muchos bancos caerán. Por su parte, los estados que sí han sido responsables saben que van a terminar pagando la cuenta.

La zona euro se creó con la idea de prestar mayor consolidación a la Unión Europea. En esencia se trataba de una decisión política más que de una decisión económica. Para ello se autoimpusieron una norma que les impedía tener déficits superiores al 3% de su PIB. A excepción de Estonia, Finlandia y Luxemburgo, todos los países de la zona euro, incluyendo Alemania, superan dicho límite. Así, los políticos abandonaron la norma de responsabilidad fiscal a cambio de beneficios políticos.

Gráfico que muestra los ratios de déficit y deuda vs. PIB en la euro zona

Y se han dado contra la pared: Grecia pronto dejarán de pagar su deuda soberana. El martes, el rendimiento del bono soberanos griego a un año alcanzó el 60%. Es una señal de que los inversores no tienen fe en la capacidad del gobierno griego para pagar su deuda.

La UE, el BCE y el FMI están tratando de establecer un Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSB) con el fin de rescatar (aún más) a Grecia. Ya han comprometido 110 mil millones de euros y están tratando comprometer otros 109 mil millones. Sin embargo, Finlandia insiste en que Grecia asuma los nuevos préstamos con garantías adicionales, cosa que no es posible. Puesto que la garantía sería parte del dinero en efectivo del rescate, lo que realmente busca Finlandia es que Alemania y Francia le garantice su contribución al fondo de rescate.

Grecia ha fracasado en alcanzar todas las metas fiscales que ella y sus rescatadores se han propuesto. La idea era reducir el déficit griego hasta el 7,6% del PIB a través de severas medidas de austeridad, pero parece que dicha cifra no será alcanzada y se espera que el déficit este año alcance el 8,5% o más. Básicamente, se le está pidiendo a los griegos hacer cosas que no quieren hacer, lo que, sin duda, terminará reflejándose nuevamente en las calles en forma de protestas.

Si Grecia quiebra, se abrirá la caja de pandora. Los bancos europeos, además de los bancos griegos, acumulan 46 mil millones de deuda soberana griega. El banco Dexia de Bélgica cuenta con deuda soberana griega equivalente al 39% de su capital, Commerzbank de Alemania acumula un 27%. Adicionalmente, los bancos de la UE han colocado alrededor de 94 mil millones de euros en el sector privado grieego (Francia 40 mil millones y Alemania 24 mil millones). Según el Wall Street Journal, la capitalización total de todos los bancos de la UE es de tan sólo 240 mil millones de euros. El mismo artículo también apunta a la existencia de pasivos adicionales desconocidos por cuenta de empresas aseguradoras y bancos de inversión.

La International Accounting Standards Board (IASB) ha advertido a los bancos de que necesitan reflejar la deuda griega que poseen. Que lo hagan o no carece de importancia. El hecho es que estos bancos están descapitalizados y en serios problemas. Sus “pruebas de estrés” son una ficción y la liquidez comienza a disminuir en el sistema bancario a causa de estos temores. Rabobank, por ejemplo, dijo que está siendo más cuidadoso con sus préstamos interbancarios (ahora se limita a conceder préstamos a un día). Más bancos están acudiendo a la ventanilla del BCE para financiarse. En general, el crédito se constriñe, y los nerviosos depositantes griegos retiran los fondos de sus bancos. Los griegos más ricos nunca confiaron en sus bancos.

En otras palabras, los europeos han creado un problema que no pueden resolver, al menos fácilmente.

Estas son sus opciones:

  1. Mantener el rescate de Grecia, con Italia y España como próximos objetivos de las fuerzas del mercado a medida que las economías de la UE se sigan enfriando. Esto no es atractivo para Alemania y Francia, que saben que sus contribuyentes tendrán que aportar la mayor parte del dinero para el rescate.
  2. Que el BCE compre tanta deuda griega como sea necesaria para mantener ese país a flote. El problema con esto es la inflación y la perspectiva de que se pueda establecer un mal precedente para otros países.
  3. Emitir eurobonos garantizados por países individuales (principalmente Alemania y Francia). Mismo problema que el primer punto anterior. Sarkozy ha dicho que no quiere garantizar deuda que no controla (los países que más gastan no tienen incentivos para reducir su gasto).
  4. Optar por una unión fiscal por la cual Bruselas controlaría el gasto y los impuestos. O, al menos, como Sarkozy y Merkel proponen, coordinar sus políticas fiscales y tributarias y aprobar una enmienda de presupuesto equilibrado en cada país. Buena suerte con esa idea. Posibilidades: cero.

¿Cuál de las políticas anteriores conducirían a los siguientes tres objetivos necesarios para mejorar la situación?

  • Eliminar la necesidad de que el BCE compre bonos continuamente en los mercados secundarios.
  • Asegurar que los países en dificultades tengan acceso a financiación.
  • Evitar que los países fuertes sean arrastrados por los débiles.

¿Cuál de las políticas antes mencionadas impedirá que Grecia quiebre, mantendrá fuera de peligro a los países ricos, creará una enorme liquidez en la eurozona y rescatará a los bancos?

La respuesta es obvia: la que no afecte a los contribuyentes de las economías poderosas de la UE, la que reduzca el efecto neto de la deuda a los soberanos, la que refuerce las reservas de los bancos casi insolventes (al menos sobre el papel) y la que difiera el problema un día más. La solución entonces sería la segunda: la flexibilización cuantitativa o monetización de la deuda griega.

Lo anterior también permite a los contribuyentes de Alemania, Francia y Bélgica (cuyos bancos tienen un montón de deuda griega pública y privada) salvarse de pagar más porque Grecia será capaz de pagar sus obligaciones en euros devaluados. Es decir, los contribuyentes de esos países no tendrán que pagar la factura de reflotar a sus bancos. O al menos no una factura tan grande como la que supondría una quiebra griega.

Este plan no resuelve nada, salvo en el muy corto plazo. El día después de mañana, la inflación derretirá gran parte de la deuda soberana de la zona euro, así como la deuda privada, y los ahorradores serán despojados de su capital. El capital será destruido y consumido por el alza de los precios. La economía seguirá estancada, el desempleo seguirá siendo alto, los ingresos fiscales con el tiempo se reducirá en términos reales y de nuevo se verán lidiando con los mismos problemas de hoy. No hay manera de evitarlo.

La UE se enfrenta a un problema sin solución, pero es uno que ha creado ella misma. No se puede tener una unión monetaria sin una unión fiscal. Por lo menos no se puede en el caso que ninguna nación tenga la obligación de respetar el fair play. O bien renuncian a la unión monetaria o la cubren de papel. No hay una solución práctica, al menos cuando las economías de los estados miembros están en declive. Europa es el modelo del fracaso de las prácticas monetarias y económicas keynesianas.

Copyright © 2011 · The Daily Capitalist

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Publicado y traducido con autorización de Jeff Harding.
Enlace a artículo en inglés

 

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