Luis Martín

«En la Red eres lo que eres capaz de comunicar» –Melchor Miralles

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Fotografía del periodista español Melchor Miralles

Melchor Miralles (Madrid, 1958)

Periodista de investigación, cofundador de El Mundo, autor, productor de cine y televisión, comentarista político… Melchor Miralles destaca como uno de los comunicadores que mejor han sabido adaptarse al entorno 2.0. No en vano dirigió «Twision» (VEO7), el primer programa dedicado al mundo de las social media con particular acento en Twitter. A continuación sus reflexiones a Truman Factor sobre el periodismo en la era de las redes sociales.


 

¿Cómo ha cambiado Internet tu forma de hacer periodismo?

Internet y las redes sociales me están siendo muy útiles en mi nueva situación como free-lance tras mi salida del grupo Unidad Editorial. Mi blog me permitió desde el primer momento mantener el contacto con mis lectores y seguidores, informar de las noticias que llegaban a mi poder y opinar sobre la actualidad. Según Alexa estoy prácticamente en el puesto 4.000 de las webs españolas y, para un particular, creo que es un resultado más que bueno. Y a partir de ahí muchos medios audiovisuales y escritos contactaron conmigo para contar con mis colaboraciones. Probablemente esto no hubiera sucedido si hubiera desaparecido del circuito. Mi presencia activa en Twitter (donde ya estoy en los 17.000 seguidores) me ha ayudado también a amplificar mi actividad profesional, a mantener contacto instantáneo con mis lectores y a obtener información. Por lo tanto, es evidente que Internet ha jugado un papel esencial en mi actividad periodística independiente.

Hay periodistas que se quejan porque Internet se lo ha puesto relativamente fácil al intrusismo en la profesión. ¿Cuál es tu postura ante esta cuestión? ¿Resulta valiosa la proliferación de blogs y páginas personales de «periodismo ciudadano»?

Una cosa es el denominado «periodismo ciudadano» y otra es la actividad profesional del periodista. No tengo ninguna sensación de que el intrusismo afecte a nuestra profesión. Defiendo el derecho de cualquiera a opinar sobre lo que sucede y a informar sobre los hechos de los que es testigo o que llegan a su conocimiento, pero el periodismo es algo más que eso. Para mí sí es valioso que existan tantos blogs y páginas personales, muchos de ellos me aportan cosas interesantes para mi trabajo. El periodismo es algo más que eso y somos los profesionales los que lo hacemos. Quienes tienen miedo a la libertad de la red probablemente no estén seguros de sí mismos. En la Red hay muchos que a diario practican la difamación, la calumnia, la injuria y la difusión permanente de mentiras interesadas. Se sabe quiénes son y con no seguirles ya está. Y quien considere que uno comete un delito, puede ir a los tribunales.

Eres uno de los periodistas de nuestro país más activos en las redes sociales (concretamente Twitter), y asombra el hecho de que a cualquier hora, y ya sea desde una redacción, un plató o un concierto, mantengas el contacto con tus seguidores. Evidentemente esta dedicación te compensa. ¿Por qué? ¿Qué te aporta?

No os oculto que a veces me cuesta mucho y en ocasiones necesito desconectarme unas horas o unos días. Pero intento siempre tratar a los demás como me gusta que me traten a mí. Por ello intento contestar siempre uno a uno a todos y, cuando no llego, agrupar en unas cuantas las respuestas a los temas que me plantea la gente. Respeto muchísimo a mis seguidores y por eso me relaciono con ellos todo lo que puedo. En la Red eres lo que eres capaz de comunicar. Claro que me compensa, me aporta conocimientos personales y profesionales, mucha información y acceso a opiniones que me ayudan a conformar mi propio criterio sobre las cosas. A veces, evidentemente, he de aguantar a los trolls o a insultadores y difamadores profesionales, pero eso es la vida misma. Incluso a ellos intento o no responderles o hacerlo con el respeto que ellos no tienen, lo cual les desarma.

Imagen de Melchor Miralles dirigiendo el programa Twision

Melchor Miralles en "Twision"

En marzo de este año, Arthur S. Brisbane, defensor del lector del New York Times, reflexionaba sobre la idoneidad del uso de Twitter por parte de los periodistas de su diario. Brisbane advertía del posible doble filo de este tipo de herramientas tecnológicas ante la posibilidad de que la Red se convirtiera en una especie de «laberinto de espejos» donde abunde el «tuiteo» de «meteduras de pata» o la excesiva autopromoción de los periodistas. ¿Compartes estos temores? ¿Cuáles son los límites o preceptos bajo los que empleas las redes sociales como periodista?

La autopromoción no me parece mal, yo promociono mis informaciones y opiniones, pero creo que no lo hago de modo excesivo o agresivo; sino informando a mis seguidores, que creo que lo agradecen y me permite interactuar con ellos, que es de lo que se trata. Les leo y escucho con atención, que es de lo que se trata, y aprendo mucho de ellos. No le doy difusión a bulos o meteduras de pata. Y respecto a los límites, los legales y los del sentido común. No me va nada mal, después de un año en Twitter no he tenido que arrepentirme de nada, ni de los errores que he cometido. No he protagonizado ningún incidente y he sabido controlar los momentos en que me han entrado ganas de responder en el mismo tono agresivo y faltón con que se han dirigido a mí, pero siempre me he controlado y no lo he hecho.

Tal y como ocurrió en su momento con la televisión, hay quienes afirman que Internet trivializa la política e incide en simplificar el debate a un mero intercambio de eslóganes. ¿Qué opinas?

Pues que es verdad que los políticos, muchas veces, utilizan las redes sociales como mero altavoz de sus eslóganes, pero quienes lo hacen creo que comprueban rápidamente que se les vuelve en contra. Hay de todo, como en todos lados, y también los hay que utilizan las redes más que correctamente y obtienen rédito de ello. No tiene por qué simplificar el debate, lo que sucede es que les obliga a ser más inteligentes, a condensar las opiniones, a resumir los mensajes. No todos son capaces de hacerlo.

La semana pasada, algunos medios españoles iniciaron una campaña en Twitter para formar un frente común ante la cada vez más frecuente negativa de algunos políticos a permitir preguntas en sus comparecencias (#sinpreguntasnocobertura). ¿Cuál es tu opinión sobre esta iniciativa? ¿La apoyas?

Por supuesto que la apoyo y así lo he hecho en un «tuit». Y quiero decir que estuve entre los pioneros cuando era director general de VEO7. En la presentación de La Vuelta al Mundo hicimos un decálogo del programa que incluía el compromiso de jamás acudir a una convocatoria en la que no se admitieran preguntas o irnos si en alguna sucedía sin haberlo avisado previamente. Conviene recordar, para la historia de la profesión, que la primera vez que esto sucedió en España fue en un acto celebrado ¡¡¡en la Asociación de la Prensa!!! de Madrid, convocado por los máximos responsables ¡¡¡de los grandes grupos de comunicación!!! Sí; Prisa, Vocento, Unidad Editorial, Zeta, etc. todos los grandes de los medios, para quejarse, creo recordar, de asuntos relacionados con la publicidad. En lo personal jamás he acudido a un acto de esas características. Y por un argumento que escucho poco. No tanto por lo que supone de falta de respeto a los profesionales, que también, sino por la falta de respeto inadmisible a los ciudadanos, porque los periodistas al ejercer nuestra actividad profesional, antes de estar haciendo uso de nuestro derecho a la libertad de expresión, somos intermediarios o depositarios de un derecho que no nos pertenece a nosotros, cual es el derecho de los ciudadanos a recibir información.

De un tiempo a esta parte el vacío de debate real de ideas en la clase política española parece haber sido llenado por periodistas. Medios «conservadores» y «progresistas» son percibidos como meros vicarios de los políticos con quienes comparten ideologías. Incluso en las tertulias es frecuente escuchar cómo, al debatir cuestiones políticas, los periodistas se expresan con frases al estilo de «cuando vosotros», «porque vosotros», etc. ¿Está en riesgo la independencia del «cuarto poder»?

Lo que sucede es que muchos periodistas se convierten en meras correas de transmisión de los partidos. La gente lo sabe y creo que quienes lo hacen terminan pagándolo. La gente, los consumidores de información, no son tontos y saben quien se expresa por sí mismo, de acuerdo con unos u otros; y quien habla por boca de otro por intereses personales. La independencia de la prensa lleva en riesgo mucho tiempo, no es consecuencia del desarrollo de las redes sociales. Cuando estas no existían el periodismo tenía los mismos males, lo que sucede es que ahora el amplificador es mayor y más potente. Muchos medios y muchos periodistas se convierten en agentes de comunicación de partidos, pero les pasará factura, estoy seguro.

En la línea de lo anterior, hay datos curiosos sobre la interacción de los periodistas con el público y la de los políticos: el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, es un recién llegado a Twitter (desde el 10 de marzo pasado) y tras unas cuantas semanas ha sumado ya miles de seguidores y ha causado más de una polémica por su actividad en dicha red social. Por otro lado, y en el ámbito político, son pocos los que arriesgan a «mojarse». Leire Pajín, actual ministra de Sanidad, por ejemplo, es poseedora de una cuenta en Twitter desde hace año y medio, pero no ha publicado un sólo tweet. ¿No debería ser al revés? ¿Aprovechan los políticos el protagonismo de los periodistas para no tener que comprometerse?

La irrupción de Pedro J. en Twitter es verdad que ha sido interesante. Yo traté de convencerle hace un año de que se abriera una cuenta, cuando entré yo y pusimos en marcha Twision, pero entonces no lo vio, no lo entendió. Lo bueno es que, aunque sea con un año de retraso, lo ha entendido. Eso le puede pasar a cualquiera. Antes que yo lo hicieron otros muchos y alguno de ellos me convenció a mí, fundamentalmente Ricardo Baurto y Jaime Gutiérrez Colomer. Quizá Pedro está muy obcecado en su promoción de Orbyt, pero no me parece mal y él asume el riesgo de cansar a sus seguidores. No hace nada malo. Al que no le guste, que no lo siga. Respecto a la ministra Pajín, ella sabrá por qué no utiliza su cuenta de Twitter, me parece un error, pero no sé los motivos. Desde luego es mejor que no lo haga o que se lo encargue a alguien y utilice «negros».

Imagen de Melchor Miralles en el programa La Noria de Telecinco

Melchor Miralles en el programa "La Noria" (Telecinco)

El sábado 9 de abril fuiste invitado al programa de televisión «La Noria» de Telecinco a causa de haber destapado una posible trama, si no de corrupción, de posible actuación indebida por parte del hijo del ex presidente de la Junta de Andalucía. A pesar de que tu investigación per se no pudo ser objeto de análisis en el debate (las interrupciones, insultos y el cruce de acusaciones partidistas en la mesa anularon el tema), la cuota de share del programa esa noche fue del 14,4% (1,6 millones de telespectadores). Desde tu experiencia como profesional de la comunicación, ¿cómo crees que hubiese afectado a las cifras de audiencia un formato de análisis más sosegado sobre una información tan seria?

Pues la verdad es que un 14% y 1,6 millones de espectadores un sábado por la noche me parece un dato fantástico. No sé cómo hubiese afectado a la cifra de audiencia un debate más sosegado sobre un asunto tan serio, es un futurible. El medio televisivo tiene claves que nadie conoce, como el cine. Vaya usted a saber qué hubiera sucedido. Lo que me hubiera gustado es poder debatirlo con personas capaces de discutir o discrepar sin insultar, faltar el respeto y gritar; pero a veces pienso que María Antonia Iglesias que no sabe hacer otra cosa, por el análisis de todas sus intervenciones. En sentido contrario destaco a Antonio Miguel Carmona, con quien discuto y discrepo casi siempre de política, pero de quien me he hecho íntimo amigo y a quien respeto de modo formidable y al que escucho siempre dispuesto a dejarme convencer, como él a mí. Y he de decir que a veces, escuchándolo y discutiendo con él, ha conseguido convencerme con argumentos y nunca me ha insultado ni faltado el respeto, habiendo tenido muchas discusiones acaloradas.

La feroz competencia obliga a los periodistas a comentar una gran variedad de temas en debates muy breves. ¿Se consolida la máxima de que «el conocimiento periodístico es un inmenso océano de un centímetro de profundidad»?

Esa es una máxima que ha hecho fortuna, y que no es desatinada, pero no me parece mal que los periodistas, como cualquier otro, puedan opinar de la actualidad. Es verdad que a veces uno termina un debate y echa de menos haber podido escuchar otras opiniones, o incluso haber podido argumentar uno mismo con más tiempo, pero los medios son así en todo el mundo. No es un problema solo español.

¿Qué le aconsejas a quienes comparten tu vocación y se disponen a entrar en la facultad o a emprender su carrera como periodistas?

Que sean honrados, subjetivamente honrados, porque la objetividad no existe. Que hablen siempre según lo que les dicte su conciencia, que no sean serviles con nadie. Que sean críticos con los poderosos y autocríticos consigo mismos. Que cumplan con sus obligaciones profesionales y deontológicas. Que sepan pedir perdón cuando se equivoquen. Que piensen que el periodismo es un fin en sí mismo. Que sean conscientes de que la información no les pertenece a ellos ni a las empresas para las que trabajen, sino a los ciudadanos, y por ello no pueden comerciar con ella. Que jamás publiquen una noticia que no hayan contrastado. Que estén dispuestos a que la realidad les estropee un buen titular. Que se dediquen a hacerle la vida más confortable a los más desposeídos y menos confortables a quienes tienen el poder. Que nunca se arrodillen ni ante su jefe. Y que disfruten cada día del oficio más maravilloso del mundo.

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