David Calvo

Los desastres naturales en la economía del siglo XXI: los nuevos cisnes negros

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Retrato de David Calvo

Por David Calvo

Asisto atónito en lo que va de año a la gran cantidad de noticias que casi a diario saltan ante nuestros ojos, y muchas de ellas se enmarcan en dos de las grandes pasiones de mi vida, la naturaleza y el análisis de sus peligros, a los que me dedico profesionalmente, y los mercados y finanzas, a los que me dedico en mis pocos ratos libres. Y el hecho de unir ambas categorías no es baladí. No descubro la pólvora si digo que vivimos en un mundo globalizado, a tal extremo, que nuestras vidas forman ya parte, inexorablemente, de un invisible e implacable live streaming que nos une para bien y para mal a todo lo que sucede a nuestro alrededor, y en ocasiones, en lugares que creemos más remotos de lo que realmente son gracias a los avances tecnológicos.

Hoy vivimos instalados en el vértigo que produce la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos en numerosos frentes; nos preocupa saber si Bernanke sacará su «helicóptero» en un nuevo Quantitative Easing (y serán ya III, como en las malas sagas de Hollywood), si Grecia, Portugal, España y ya (¡bienvenida!) Italia podrán o no afrontar sus obligaciones financieras, si China adopta y adapta medidas que flexibilicen la cotización del yuan, sin olvidarnos de mi amado Japón, instalada desde hace décadas en el gris páramo del crecimiento absurdamente nulo.

Hasta aquí todo más o menos normal, decisiones (interesadas y poco interesantes la mayoría) tomadas por humanos en tiempos y contextos generalmente equivocados, pero, ¿qué pasa cuando hay elementos externos a los propiamente «antrópicos»? En estos últimos años empezamos a descubrir que la naturaleza empieza a tomar un papel determinante en muchas situaciones de carácter macroeconómico y que deberían llevar a los grandes gurús a un examen mucho más pormenorizado de ciertas situaciones que se pueden convertir en brillantes operaciones. Es cierto que los cisnes negros existen (pueden preguntar al famoso fondo de inversiones Black Swan, que sabe bastante de esto) porque es en ocasiones bastante predecible que ciertas políticas pueden llevar a escenarios harto complicados de concebir sin un análisis exhaustivo, pero, ¿es la naturaleza un cisne negro en sí misma? En mi humilde opinión, sí. Utilizaré tres ejemplos recientes.

Japón, 11 de marzo de 2011. La tierra se desgarra literalmente bajo las aguas del Pacífico, 9,0 grados en la escala Richter y un tsunami que perdurará para siempre en nuestras retinas. En ese momento, otro tsunami no sólo recorre Japón, sino el mundo entero. El Nikkei 225 llega a desplomarse casi un 30%, más de 500.000 millones (medio billón) de euros de capitalización bursátil se volatilizan en un par de sesiones. Japón, el país más endeudado de los desarrollados (casi un 200% de su PIB) se encuentra de repente con una realidad espantosa, más de 300.000 millones de pérdidas materiales: un esfuerzo de dimensiones épicas simplemente para regresar al punto en el que Japón estaba el 10 de Marzo. Cisne negro. Imprevisible el seísmo, sí lo son las consecuencias. Viendo la magnitud y el tsunami, era fácil prever que el Nikkei se vendría abajo y, si a ello sumamos el temor nuclear, mucho más. Gran ocasión para aquellos que gustan de posiciones cortas, una especie de blitzrieg bursátil y financiera que seguro a algún avispado le ha dejado más que pingües beneficios. Cuatro meses después la bolsa de Tokio cubre el gap dejado por este brutal acontecimiento. Las heridas financieras reales perdurarán muchos años más.

China, julio de 2011. El gigante asiático se ve sacudido por las peores lluvias en medio siglo, que fueron precedidas por una de las peores sequías que se recuerdan. Más de 75.000 kilómetros cuadrados de cultivos son dañados por esta situación, se reduce en más de un 20% las cabezas de ganado, fundamentales en este país, y gran parte de las cosechas se pierden. ¿Resultado? Los precios se disparan y China alcanza una inflación del 6,4% debido al encarecimiento de los alimentos básicos, lo que podría forzar al gobierno a una cuarta subida de tipos en lo que va de 2011, y que ve peligrar seriamente los objetivos fijados por el gobierno de Wen Jiabao. ¿Cisne negro? Si tenemos en cuenta que los alimentos subieron un 14,4% y que los precios no relacionados con los mismos sólo un 3%, claramente sí. Si la situación meteorológica no mejora, China ser verá abocada a una brusca ralentización de su economía, con lo que eso conlleva para el resto del planeta.

Islandia, abril de 2010. El archifamoso volcán impronunciable Eyjafjallajokull entra en erupción, una erupción moderada, pero lo suficiente como para congelar el espacio aéreo europeo, dejando a millones de personas en tierra y provocando pérdidas para el sector aeronáutico que llegaron a rondar los 200 millones de euros diarios. Nuevamente un peligro natural sacude sectores financieros fundamentales. Los valores ligados al sector aeronáutico se desploman en los parqués de medio mundo. Una vez más, un analista atento y previsor habría sabido interpretar los daños que las cenizas podrían provocar con un espacio aéreo completamente parado. Una vez más, un cisne negro. Una erupción volcánica en Islandia propicia oportunidades de negocio en muchos rincones del planeta.

A groso modo, éste es un resumen de lo cada vez más será una tónica general en los mercados financieros. La naturaleza, en su devenir habitual, jugará un papel más y más determinante en el desarrollo económico de la sociedad porque, al final, la capacidad y el peso económico de la zona afectada por un desastre son fundamentales para que éste tenga una influencia mayor en el resto del globo, por eso, una erupción en el Pacífico, o un terremoto en Yemen, una sequía como la que vive el Cuerno de África, no jugarán un papel determinante. Pero, ¿y si es la falla de San Andrés? ¿Y si finalmente Katla entra en erupción? ¿O un nuevo Katrina? Ha comenzado la temporada de huracanes en el Atlántico. Dada la situación que se vive en el norte de África (léase la esperpéntica situación en Libia) habrá que empezar a calibrar qué sucederá si un gran huracán se pasea este año por el golfo de México y hay que cerrar las plataformas de una zona que aporta más de un millón de barriles al día. Los cisnes negros de la naturaleza están ahí. Sólo es cuestión de tiempo que aparezcan, y de la osadía de cada uno intentar sacar rentabilidad. Y es que como decía Al Pacino en “El Padrino”: «no es algo personal, son sólo negocios».

David Calvo es miembro de la División de Medio Ambiente del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables de Tenerife (ITER), colaborador científico del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), presentador y guionista del espacio Teleplaneta en el Canal 24 Horas de TVE y de Planeta Vivo Radio, en Radio 5 de Radio Nacional de España en Canarias y Radio Exterior de España.
 

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