Las empresas necesitan personas, no personal
Un lamento recurrente, sobre todo en épocas de crisis económica, es la deshumanización del trabajador y su reducción a mero eslabón en la cadena productiva de la sociedad. Y no es que busquemos entrar en disquisiciones filosóficas, revisiones de las teorías del Capitalismo, ni empujar ideologías alternativas o antisistema. La reflexión más bien va enfocada a resaltar lo evidente, lo pragmático; a recordar lo que empresarios, profesionales de los bien llamados recursos humanos y trabajadores por igual suelen pasar por alto cuando de empleo y «capital humano» se habla: ¡son personas!
1. Las empresas son personas. El éxito de su cuenta de resultados es absolutamente proporcional a la calidad profesional y humana de quienes manufacturan sus productos o prestan los servicios que ofrecen.
2. Los empleos menos especializados, más mecanizados y que requieren de «menor preparación» no son sinónimo de «empleados basura». Sólo existen «contratos basura» y empresarios miopes. El buen empresario valora las mismas cualidades de honestidad, esfuerzo y tenacidad del empleado con mayor responsabilidad como las del becario u obrero que ostente el menor de los cargos.
3. Cualquier empresario que se precie debe de buscar una correlación entre las habilidades requeridas para el puesto que desea ocupar y la calidad humana del candidato.
4. Prácticamente todas las profesiones son fruto de formación académica y/o experiencia laboral. Todo se puede aprender. El empuje, la iniciativa, las ganas de superarse y de llegar más lejos se fragua y enaltece sólo en grupos de personas que aquilatan esos valores.
5. Sólo empresas mediocres y/o miopes basan sus decisiones de contratación en el «quien lo haga por menos dinero». Estas empresas están condenadas a ser aniquiladas por aquellas que atesoran y promueven el talento, la honestidad y el espíritu de excelencia entre sus colaboradores.
6. Aquellos que por necesidad se vean obligados a aceptar un empleo en una empresa mediocre tienen la responsabilidad de abandonar dicha empresa tan pronto como les sea posible.
7. «Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario.» (Elbert Hubbard)
¿Qué tiene que ver esto con mi búsqueda de empleo?
Para quienes buscan empleo, la única oportunidad que se tiene para comunicar los aspectos extraordinarios de su persona es la entrevista de trabajo. Minutos en los que la injusticia del azar y cuestiones fuera de su control (como el ánimo del entrevistador, imprevistos, etc.) a veces no permiten que la entrevista se desarrolle como uno desea. No obstante, vale la pena recordar que no sólo se está ofreciendo una habilidad, un talento o un conocimiento, sino también las aportaciones humanas de una persona muy valiosa y de la que la empresa se beneficiará. Si en tu próxima entrevista de trabajo tienes la oportunidad de transmitir esto, y el entrevistador lo detecta, es factible que el trabajo sea tuyo.
Si el entrevistador no lo detecta y tienes conocimiento de que la empresa que representa sí valora las cualidades humanas de sus colaboradores, tienes que reflexionar sobre cómo estás presentando tu candidatura en la entrevista.
Sin embargo, ante el caso de que al entrevistador no le interesa nada de esto y sólo busca un contable, un abogado, una enfermera o cualquier otro cargo pensando que «como tú hay mil», no te sientas mal si no eres contratado, pues estás ante un caso de mediocridad y miopía. Eso sí, si te contratan, recuerda el punto 6.
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