El disgusto
Para todos los que fueron seguidores del Alsa, si es que aquí queda alguno, recuerdan que yo tenía el blog congelado pero no cerrado. Y el otro día, toqueteando entradas en busca de inspiración, resulta que me eliminé a mí misma y ahí se quedaron las entradas sin acceso posible.
C.W. que es la otra administradora tampoco puede entrar, y de ella son las famosas entradas «Suerte y Caradura» que tanta verdad encierran. Tengo un disgusto considerable porque ni ella ni yo conseguimos entrar, visto que Google nos envía irremisiblemente a una cuenta de Gmail que C.W. nunca tuvo.
Soy mema y media. Ya me dijo un amigo que es catedrático de Informática que toda aquella foto o documento que apreciara, la imprimiese. A ser posible fotocopiase y guardara. A ser posible, en una carpeta o un marco.
Sigo esperando que en algún momento C.W., que es medio hacker como yo, consiga recuperar de alguna manera su acceso, visto que a ella no la suprimí y que alguna puerta trasera habrá para que lleguemos a la solución del dilema.
Y como la ayuda de Google no ayuda nada de nada (del verbo “natación”) y hacer una novena para esto me parece poco más o menos una irreverencia, les comunico que, esta vez sí, he matado al blog por tonta de remate.
* * *