Economista Descubierta

Beauty Party

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Que la irresponsabilidad de los padres (o de las madres, o de los progenitores A y B) llega al desquicie lo veo a diario cuanto mayores se hacen mis hijos y cuanto más, muy a mi pesar, me veo obligada a aceptar en el universo próximo a mentecatas que, en otras circunstancias, no me hubieran robado ni media hora de mi parte.

Pero no, ahora resulta que tengo comidas de madres y cumpleaños en Princelandia que es un sitio del que no sé por qué no dice nada mi querida Luzilda, tan partidaria de los «espacios no mixtos”. Luzilda o las Femen, que no sé por qué no se sublevan contra Mattel en lugar de contra Rouco.

Princelandia es un sitio donde las mamás promocionadoras deciden celebrar fiestas infantiles dedicadas a disfrazar a las niñas, maquillarlas, pintarles las uñas de rosa chicle y hacerlas pasear como si fueran modelos. Que el sitio exista, vaya y pase; que el sitio tenga éxito, inconcebible.

Las mismas madres que montan el número a la maestra porque los niños se han enterado del accidente de avión, donde oh, horror, había niños. Oh, Dios mío, tratemos de conservar su inocencia, entendiendo por inocencia el ocultamiento de que hay mal en el mundo y que la vida es una aventura peligrosa que termina siempre con la muerte. Las mismas madres que suben fotos de sus niñas a todas las redes y, si pueden, vituperan a la profesora en las mismas redes.

No deja de chocarme esta generación inmediatamente posterior a la mía que no abre un Excel pero sí hace cupcakes y no tiene mayor preocupación que la de pintar a sus hijas para que no pierdan la inocencia viendo el telediario, pero sí que se “manicureen” y “peluquereen”. Con mucha foto, claro, mucha foto, mucha carita feliz y mucha exclamación.

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