Economista Descubierta

Libros o balones

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Desbordada de fútbol y pasados los mundiales y sin entradas para “Los cuentos de Hoffman”, llevo varios días empezando a enfadarme seriamente con la utilización del símil deportivo para cualquier explicación referida al Recurso Humano. Al Recurso Humano o al saber popular, porque parece ser que en el examen para acceder a la nacionalidad española te preguntan el nombre del estadio del Real Madrid y otras lindezas por el estilo.

Ya sabemos que el Recurso Humano es un 90% legislación y un 10% sentido común, pero como la legislación a la gente se le hace bola y el sentido común pues no se lleva, todos los profundos del coaching, el mentoring y el advising tienen que recurrir al ejemplito reciente, que por lo visto entiende todo el mundo. Y si el Recurso Humano debe copar el 90% de la legislación, el resto del sistema deben ser las quinielas y los eventos deportivos, que a mí qué me importa que las del pañuelo entiendan que la poligamia es delito si lo importante es saber quien marcó el gol que hizo ganar a España. Por cierto, no esta vez.

Todo el mundo menos yo, por ejemplo, que ni sé lo que es punto ni tiempo muerto, ni entiendo el tenis, ni ganas tengo de aprenderlo, ni necesidad vital alguna, con la de libros que tengo que leer. Libros digo, que no novedades editoriales, que si se quejan las editoriales de la caída de las ventas, no será porque los libros de texto no cuesten un pico y no sean de compra obligatoria.

Porque me llega la lista de los libros, puede usted por supuesto comprarlos donde quiera, que se dicen libros, pero que son una mezcla entre álbum y cuaderno, imposibles de reutilizar y vergonzosos de guardar y se me despacha «leer en un clic» a la bonita cantidad de 50 euros, para infante iletrado de 4 años. Cincuenta euros una cartilla para aprender a leer como si hiciese falta algo más que un maestro con interés, una pizarra y un cuaderno.

Vamos a ver si nos centramos. O lo importante es el deporte, y la creatividad y el trabajo en equipo y las zarandajas propias del buenísimo inclusivo educativo y el modelo a seguir. Oh gladiadores modernos, héroes del músculo y la depilación. O lo importante son los libros y entonces no me cobran 50 euros por la cartilla y me cobra 5.000 por la Enciclopedia Británica. Eso sí, me garantiza que el niño aprende.

Como yo debo ser de la última generación de las Marías, y el suficiente en gimnasia lo era ídem, resulta que yo no tuve psicomotricidad ni en el currículum entraba lanzar y recoger la pelota, pero la cartilla Amiguitos debía costar cinco pesetas.

Vale, no me he convertido en entrenadora del equipo español de hockey hierba, ni falta que me hace, pero tampoco estoy gorda como una hucha. Y desde luego leo y escribo bastante mejor que esos a los que todo el mundo adora, no sé si por deportistas o por millonarios. A lo mejor es que la gente es tan rematadamente tonta que si le quitan Teledeporte se corta las venas, y que yo no sé lo que es trabajo en equipo porque de la vuelta ciclista sólo me interesan los paisajes.

Me solivianta este modelo donde tanta TIC, tanta tontada, tanto deporte y tanta educación en un clic, 50 euracos, y los niños sin saber hacer la O con un canuto.

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