Economista Descubierta

Innovación

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Viniendo del mundo de la usura, del que procedo, el concepto innovación suena tan etéreo como vacío, y los consultores de innovación, casi tan vacíos de contenido y llenos de discurso como los del Recurso Humano, de donde procedo y donde prosigo ganándome el pan.

Así, y después de un rato en el nuevo mundo laboral, he llegado a la conclusión de que la deidad es Steve Jobs, cuya aportación es innegable, pero se murió, y su fascinante padre sirio nunca apareció demasiado en la novela, así que tampoco ha resultado interesante para ningún escritor de best sellers. No hay consultor que no te cite al finado, ni frase suya que no se incluya en una presentación.

La innovación tiene, por lo visto, unos requisitos básicos que son las bases del pensamiento creativo, por ejemplo, nadie que quiera ser creativo puede llevar una corbata. La corbata coarta y destruye el pensamiento creativo. Y el traje, ni les digo.

Mi producción creativa, si es que la redacción breve de cuatro ideas repetidas puede llamarse creativa, se sucede de modo nocturno y en bata. Bata de punto ideal, con pijama y zapatillas a juego. Pero la bata no es la condición de la creatividad, sino que mi rato creativo, por narices, se sucede entre las 22:30 y las 24:00. Podría, naturalmente, seguir vestida de trajecito de chaqueta mono, pero no es plan.

Por lo visto, la creatividad, musa inefable, sólo toca en las cabezas despeinadas. Porque por lo visto el cerebro sólo funciona bien vestido en chándal o en pijama. Y yo, una vez puesto el pijama, recibo instrucciones estrictas de parte de algún hemisferio cerebral que me envía no a crear, sino a la cama.

Ya estoy otra vez reprimida de 9 a 7 midiendo mis palabras, porque si por mí fuera les recordaba que la innovación y el afeitado no tienen nada que ver, y hay que estar muy bueno, y ser muy elegante para ir disfrazado de Oxonian o de pordiosero.

La innovación disruptiva, que es esa que trata de levantar fondos en los private equities de los conservadores de corbata, por lo visto, no supone ni el 1% del ROI, y para el resto, Pareto, que funciona casi siempre.

Vaya por delante que creo que si España fuera algo más que una marca y fuera un país, como Israel (donde por cierto, existen los Jeckel, que se ponen la chaqueta para cenar) e invirtiera algo más en ciencia e investigación en lugar de en bares y sol, nos iría un poco mejor y no estaríamos tan absolutamente vendidos a la técnica y la tecnología extranjera.

Pero de ahí a suponer que todo se resuelve con disfrazarse y animar un foro con su correspondiente community manager hay un trecho. Innovar no quiere decir disfrazarse.

Yo sé lo que no soy, y no soy en absoluto disruptiva. Si llega a saber mi coach que teníamos que trabajar mi capacidad de innovación, se muere el hombre. Yo trabajo en la mejora continua de los procesos domésticos con absoluta visión de dirección de operaciones, pero no seré jamás creativa ni mucho menos original.

Total, que otra vez enmascarada. No hay sitio para mí, extinguido el Sitio Elegante.

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