El chat
Dice mi jefe que yo, que soy malísima haciendo powerpoints (no les digo ya prezzis), no tengo ni idea de tecnología. Mi jefe se equivoca porque yo soy una hacker vocacional o al servicio de quien lo requiera. Tecnología como medio, que no como fin. Y qué le vamos a hacer, negarse a ello es como negarse al agua corriente: una estupidez y un atraso.
Eso sí, que la tecnología da para mucho gasto superfluo de dinero y sobre todo de tiempo se lo digo ya, porques esta generación ultra mega conectada no dice nada pero deja rastros allá por donde va.
Me levanto y me encuentro con que una rémora del pasado crea un grupo de WhatsApp y luego me elimina. Que me tuviera ignorada lo sabía, y tan ricamente vivíamos; pero, claro, eliminarme y que me entere no puede sino darme en el rodal del gusto y en el de tocar las narices.
Medito y finalmente envío un mensajito, hipocritona yo.
“¡Hola querida! ¿Qué tal estás? ¡Qué ilusión me hace que me hayas incluido en esta convocatoria!”.
Silencio.
Espera.
Respuesta… (copia de la convocatoria en la que no quería incluirme): “¡Qué ilusión! ¿Qué tal estás? ¿Tienes niños? ¿Cuántos? ¿De cuántos años? ¡Manda fotos!”.
Las narices te voy a mandar yo fotos para que las forwardees y me analices.
Silencio.
Espera.
“Fenomenal, estoy fenomenal, varios, pero no subo fotos, sorry! ¿Qué tal tu marido?”. (La dejó, me consta).
Silencio.
Espera.
“Todos muy bien, yo sigo aquí, desde hace 20 años. Mis niños muy mayores (foto)”. (Del marido, ni rastro).
Silencio.
Espera.
“¡Te dejo! Tengo mucho trabajo ¡Gracias por incluirme en el chat!” (Sácame ahora, a ver cómo te las arreglas).
Como si no fuera muchísimo mejor indagar en particular y no crear grupitos de discusión: jajaja, carita, jejejeje, otra carita. La mayor parte de las desocupadas sin vida interior prefieren lanzar sus dudas al debate público por si alguna aporta algo y, sobre todo, para dejar huella.
El segundo chat de la mañana (madres del cole, una aza en sí misma) se despacha con nada menos de 25 mensajitos de ”la mamá de alguien más el padre divorciado de turno que participa también no vaya a ser que se pierda algo”.
“¿Alguna sabe si pueden llevar merienda? ¿Se puede llevar cepillo de dientes?”.
Pero, ¿no sería mejor preguntar en el colegio directamente a la maestra? ¿Tengo que opinar yo sobre la merienda del niño?
“¿Alguna tiene el teléfono de la mamá de Pepe? ¡¡No está en el chat!!”.
Pues claro que no está en el chat, como que es cirujano y tiene el móvil para las cosas importantes, que ya la llamarán del colegio caso de que sea menester.
Que hubo desocupadas vocacionales y pedorras profesionales no es nada nuevo. Que me hayan invadido y todavía no sepa cómo descartarme sin que se note, sí.
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