El casting
Durante la mayor parte de mi vida profesional me he dedicado a entrevistar candidatos de todo tipo de pelaje y condición. Megapijos, operarios, desertores del arado, niñitas superficiales, enchufados de todo tipo, candidatos excelentes, sobrados profesionales, ligones inefables, señoras inexplicables y así hasta el casi infinito. Y no tengo ojo, tengo técnica porque para el que le interese saberlo, una entrevista es una conversación dirigida y destinada a obtener información relevante sobre el candidato y su encaje en el puesto.
Y, naturalmente, me he equivocado varias veces, a saber, siempre que la persona en cuestión tenía que depender de mí. Quitando a una estupenda directora que hoy vive en NY y a CW que no era para mí, pero como si lo fuera, he acertado bastante poco, porque por la pena entra la peste y porque servidora tiene la horrible manía de ser empática y tratar de entender los motivos personales.
Despedir a una persona que depende de uno no es fácil, ni difícil, pero suele tender uno a dar explicaciones que, desde la reforma laboral son, pese a lo que parezca, mucho más necesarias. Rationales needed que dicen en las multinacionales, o explicación detallada de por qué te estoy despidiendo, querida mía.
Como dice una conocida, cuando el subordinado «se pina» no cabe reconducción, y cuando no cabe reconducción lo mejor es desvincularse, o mejor dicho, despedir al interfecto.
A mí me han despedido un par de veces y reconozco que no es el qué, sino el cómo, así que siempre se lo he puesto fácil al “despedidor”, que no es cuestión de perder los papeles ante ninguna “peliteñida”. Un despido es una putada, pero no es un divorcio. Ni una muerte. Que los números estén bien, que no se les ocurra hacerte una carta de referencias engañosas y al WFA a reflexionar sobre el futuro.
Mi marmota va a ser desvinculada en breve porque, a decir de mi padre, estamos ya “poder contra poder” y esto ya es además de una trabajera, un coñazo, porque ni coaching, ni subida salarial, ni Termomix de regalo motivan al colaborador que lo que quiere es marcharse pero para lo que le queda en este convento, se caga dentro (con perdón).
Así que, en plan Investment Banking le voy a hacer un termination de esos de “tiene usted tres horas para recoger sus cosas” y no me llore porque yo también he llorado mucho y esto no va de pena sino de finiquito e indemnización. Que ya sé yo que es una relación de personal carácter pero mi personal carácter se descompone todos los días y se aguanta, porque para eso también es trabajadora, más o menos cualificada.
Y claro, ya he empezado un casting para el replacement. Y ya estamos oyendo las historias tremebundas de los casos sociales y lo malísimo que está el mundo. A mí me lo van a decir que he estado en el paro y he tardado 7 años en volver a situarme en la casilla de salida. Y con idiomas oiga, con idiomas y las uñas impecables.
El Casting de Marmotas se distingue, a diferencia de los procesos normales en que lo primero que las candidatas con iPhone preguntan es por horario, salario, libranzas y vacaciones. Nos ha venido Dios a ver con la Reforma de las Marmotas, porque ahora con soltarles la tabla salarial e indicarles que, como para todos, los salarios son brutos y no netos, y no existe convenio, ni cláusula de descuelgue, ni ultractividad que valga y que las dudas a la gestoría que hace los recibos de salario, suficiente.
Llevo un casting fascinante de casos sociales de esos de en ocho años no he ahorrado nada; me interesan las vacaciones en febrero, que es cuando son baratos los vuelos; quiero ser interna pero los fines de semana es que me he apuntado a bailes regionales y dígame donde veranean porque mis amigas veranean en Mallorca; que me estoy haciendo un cuadro de peticiones del oyente que si se lo presento yo a mi jefe me despide antes de contratarme.
Que no digo yo que el trabajo sea el trabajo de los sueños, pero un poquito más de disimulo se agradecía.
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