Economista Descubierta

Acabarse a la vez

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En la primera planta del Sitio Elegante había tres considerables obras de Gutiérrez Solana. Uno de ellos, un boxeador con el brazo en alto junto al vencido. El día que vi a Paloma Botín enfrente de ellos supe de inmediato que el Sito Elegante se había acabado. El boxeador y sus dos compañeros salieron camino del Thyssen y de allí, al despacho del difunto. Nunca más volvieron y el resto ya lo conocen.

Que de repente el mismo día que Ana Botella comunica que se va a dedicar a “abuelear” se muera don Emilio, se caiga Oliu como Saulo de Tarso, me ingresen en Puerta de Hierro a Isidoro y, además de varios árboles, se caigan las redes de Telefónica y estemos incomunicados es o una señal inequívoca del fin del mundo o un complot de obsolescencia programada 11-S botellones contra Botellas, Botiguers y Botines. A partir de determinada fecha, aquí a caducar todos.

Y si no es un complot de caducidad simultánea, lo parece. Incluida la rebelión de las fuerzas de la naturaleza, que los árboles, como los alcaldes o los presidentes, se caen y un día ¡ay! Como Jorge Manrique a llorar y glosar la rama desgajada.

Yo, desde luego, estoy conmocionada.

Morir con las botas puestas y “divirtiéndose” (Botin DEP, dixit) es lo que hubiera querido hacer también el Rey Juan Carlos, ser el perpetuo boxeador de Gutiérrez Solana, pero el complot de retirada de estantiguas exige que se retire a los abuelos. Y si no se quieren retirar a pasear nietos, los retiran de un arbolazo y a correr.

“To pa ná” dijo Paquirri al morir. Aunque relativamente, que una cosa es morir y vivir tontamente (Lady Di, sin ir más lejos) y otra cosa es morirte a los 80 de un infarto y en tu casa. Madrugando mucho, oiga, que aunque es bien sabido que madrugar es de rojos. Pero si el rojo es Santander ya no es de rojos, ni de viejos insomnes, sino de presidentes.

Cesáreo estaba ayer conmovido, claro, como no tiene hijos ni le traen dibujos los nietos le apena la muerte de los consejeros delegados y los presidentes. A lo mejor exactamente no le apena, sino que le acojona. Que a partir de determinados años y por mucha Viagra que se despache, vivir es durar y como no tengas mucha vida interior estás muy fastidiado. A Botella plim, porque ella se va a pasear nietos, que para eso las abuelas tienen mucho mejor recorrido. Total, a partir de determinada edad un marido estorba como un colchón en el pasillo. Y si me engañas, que no me entere. Y si me entero, que no me importe.

Lástima de Gutiérrez Solana.

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