Economista Descubierta

Second best

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Para los que sólo me conocen de este siglo y únicamente a través de mis escritos, probablemente la Economista se les antoja una mujer práctica, dura y bastante poco romántica. La Economista se percibe lo suficientemente correosa como para no imaginársela llorando por ningún hombre, teniendo en cuenta que además en sus articulitos, los personajes masculinos aparecen difuminados o directamente omitidos. A todos los efectos de presunción literaria la Economista parece viuda, pero viuda desde hace muchos años y, sobre todo, autosuficiente a todos los efectos incluidos los indemnizatorios. Error.

Error de primero de percepción equivocada y segundo de Personal Coaching capítulo «fortalezas y debilidades». Es cierto que en el mundo del timo del género, el número y el caso, la postura beligerante de las activistas consiste en hacerse la independiente y autosuficiente que no necesita de hombre ni hombro alguno y, sobre todo, en hacer pasar al sexo contrario por  una rémora innecesaria y absurdo accidente indeseable en la vida de una. Eso la que no está llena de odio y agresividad, que también las hay.

Pero que yo haya aterrizado por circunstancias laborales en esa frecuencia no significa que comparta nada de todo lo anterior. La Economista es más sentimental y más cursi que el Día de la Madre pero está en modo correoso y triste a la totalidad, así que pasa  estos últimos años en modo reposo, como si de la vida de otro se tratara, y como si sólo le preocuparan los asuntos cotidianos de manera colectiva, que es mucho más impersonal.

Y como además, el modo sentimental y cursi no se puede compartir con cualquiera y mi C.W. de mis desvelos se ha marchado, no me queda más remedio que tragarme en soledad los únicos desvaríos que todavía me permito.

No recuerdo exactamente cuál es el momento de la vida  en la que a uno ya no le molesta el estatus second best y deja de llorar por los rincones y escribir sentidísimas soflamas. Tampoco sé muy bien el día en que comencé a dejar de ver las cosas con tristeza para empezar a verlas con distancia.

El caso es que estos días de escasez creativa lo único que se me han ocurrido han sido cursiladas, tristísimas todas, en modo retrospectivo y formato lacrimoso.

Debe ser que me estoy haciendo vieja.

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