Economista Descubierta

Mi coach y yo

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La Economista Descubierta

Mi coach y yo estamos a punto de terminar nuestra efímera relación. Creo que el pobre hombre ha tratado de hacer bien su trabajo pero yo no tengo capacidad ni dinero para perseguir mis sueños, toda vez que echar la bonoloto me supone un gasto y casi prefiero seguir fumando, poco. A partir de este punto, terminado el coaching profesional, pretendía el hombre seguir con el vital, previo pago de su importe, a 80 euracos la hora de 50 minutos. Vamos, que no me hago las mechas desde septiembre como para gastarme el dinero en frivolidades que me han tenido contenida y disimulando desde que empecé.

Este coach es un buen hombre al que incluso le he cogido cariño superficial, pero hemos llegado, o mejor dicho, le he conducido, a la conclusión aplastante (recuerden, los hechos son tozudos) de que mis creencias limitantes tienen mucho de mochilas reales que me impiden dar el salto al vacío.

Resulta un poco violento decirle al esforzado caballero que servidora se motiva y aprende más de la vida y de su dirección en una charlita cualquiera de Paloma Villarreal Suárez de Cepeda sobre “Delitos sobre el Patrimonio Histórico” (les animo a que si tienen oportunidad de conocerla, lo hagan) que con los deberes sobre motivaciones últimas.

Mi carrera pasa, como de todos es sabido, por un bache del que difícilmente saldré si no es gracias a Suerte y Caradura. Lo del “intraemprendedor” es un concepto que difícilmente agarro por los pelos y que, desde luego, no va conmigo. Se me da mejor la Ontología e incluso la Lógica Fuzzy. Ya sabemos que de creativa, poco y de cuenta de resultados, tarde mal y a rastras. Y el resto, pues como eran cuatro obviedades, pues no hace falta que me las enseñe porque para eso está el refranero y la parte de atrás de las hojas del calendario del Sagrado Corazón, vulgo el Taco.

Dice un buen amigo ingeniero, que me aprecia bien, que cualquier empresa se rifaría un perfil como el mío. Los ingenieros, raza con la que convivo a diario y a la que admiro en sus virtudes ya se sabe que son listos para el polinomio y no tanto para los recados. Y que su CI y el mío se bareman en distintos sistemas.

Lo del perfil rifable será porque soy chata, porque ni es deseable, ni se estila, ni es punto nada ni nasty de plasty. Mi coach coincide con que si me empeño, y lo deseo muchísimo, pero muchísimo oiga, los astros comenzarán a sonreírme y la vida volverá a ser como antes. Creo que ha leído un libro que dice algo así y que seguro que está en las estanterías del VIPS donde debería de estar el nuestro.

Pobre coach. No sé cuántos clientes corporativos le van a salir como yo, aunque le he prometido que le haré promoción y recomendaré activamente su trabajo. Siempre hay un roto para un descosido y siempre hay gente dispuesta a gastarse el dinero en tontadas, y el cuitado tendrá que comer por lo menos tres veces al día.

Una de las cosas malas de esta crisis es que estamos todos aguantando lo que sea. No queda posibilidad remota de enviar a hacer gárgaras los trabajos, por cutres que sean, ni desacreditar a nadie por el suyo. En épocas como ésta, desconfíen de las referencias y traguen lo que sea menester. No sé si sirve para mucho, pero entrena la perspicacia y el estoicismo.

Cada vez que vuelvo de vacaciones me propongo cambiar de trabajo y, sobre todo, rezo por conservar el mío. Le voy a dar al coach mi currículum, a ver si él se entera de algo.

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