El más tonto es relojero
Me voy de vacaciones dispuesta a recuperar mis tres kilolitros veraniegos a base de vino, pan con mantequilla, patatas y siesta y, a ser posible, reducir mis dosis de cinismo y mala leche. El primer objetivo se antoja probable y el segundo, como dicen los ecuatorianos, “ya hemos de ver”.
Todos los veranos me voy, además, dispuesta a volver a estudiar alguna cosa en septiembre porque, desde que no tengo exámenes, tengo ganas de volver a tenerlos. Estoy por hacer un doctoradito y una tesis, por ejemplo, en uñas de gel y manicura permanente. Y es que ya saben que si en Alemania, donde un doctorado es tan importante que incluso se añade al nombre de la esposa y si has copiado te envían al averno, en España, cualquier higienista dental de esas que te llama “la clienta”, se hace llamar “la doctora”. Pues si la higienista que te sangra las encías se hace llamar doctora, lo mismo yo también acabo arrancando padrastros y pegando estrellitas en los ñoños (que si no saben lo que son, le preguntan a algún canario).
Los cursos de doctorado lo mismo se pueden hacer online por alguna universidad privada certificada por ella misma. Hay cursos muy interesantes que seguro que fomentan mi empleabilidad.
Grado, postgrado, master, doctorado y tesis copypastaeada y en powerpoint sobre la dificultad de quitar el gel semipermanente y la nueva obsesión por el color cian y el verde puñeta. Lo mismo me va mejor que con la tontada esta del Recurso Humano.
Los podólogos, antes llamados callistas, que además de ser carísimos, son ahora una carrera superior estupenda, deberían contemplar la posibilidad de añadir la Estética Especial en el último año y complementar el alicate con la lima esmeril en algún itinerario, que es como ahora se llama, porque por lo visto, lo de especialidad está pasado de moda. Yo tuve Estética Especial en quinto de carrera y no di lo del Shellac, pero es que entonces me planteaba otro tipo de doctorado. Digamos que más “académico”.
A la vuelta, en el aniversario del fin del exilio en el WFA y la vuelta a la cotización por cuenta ajena, volveré a caer en el autoengaño de que la formación implica empleabilidad y mejora profesional y volveré a buscar con curiosidad en cualquier cursito que no podré pagar.
Pero me temo que este año, de nuevo, tampoco podré matricularme en nada, que este año me toca volver a aprender a restar y ya estoy con el cuaderno de cuadritos.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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