Economista Descubierta

Año 3

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Para los que, como yo, volvemos a empezar el año con el curso, comienzo el año 3, cada vez menos lleno de  buenos propósitos. Porque para no cumplirlos, mejor no formularlos.

Me pasé un mes casi al margen de la realidad ajena, mucho más centrada en la realidad próxima y verdaderamente importante: que si me ha pegado la prima, que si me he caído, que si no me caben las botas de agua, que si la bici, que si no se me seca el traje de baño…

Estuve a punto de cabrearme con el issue Gibraltar, que, por supuesto, pasó de moda al empezar la liga de fútbol. A punto de llorar con Siria, país al que yo quiero y de cuyo régimen debo ser la única defensora, pobres cristianos levantinos, cuya existencia todos ignoran.

Estuve a punto de vomitar con la Botella y los Botellines y su cartel con chanclas (¿son chanclas, verdad?) promocionando Madrid 20loquesea, Dios no lo permita.

Y, por supuesto, estuve a punto de escribir algo sobre el becario muerto. Becario al que podía haber reclutado yo, y cuyo formato conozco al dedillo.

Pero no lo hice. No lo hice porque preferí dedicarme durante un mes a descubrir que, a pesar de mis ensayos de sprezzatura y mi mala leche retenida, puedo ser hasta un ser cariñoso y amigable que pega gritos y da besos, como si fuera una negra de las películas americanas.

Me tragué “El padrino” en dos sesiones, atiborrándome a regaliz y pitillos por partes iguales, me pinté las uñas de los ñoños sin gafas de cerca, hice cola en la compra para comprar cien gramos de jamón de York y tripas saladas, compré lazos y coladores, leí de nuevo a Bryce Echenique y me tomé todo el Godello que me despacharon. Y sólo he engordado 2 kilos. No está mal.

Ya he vuelto. El mundo no se mueve y Beirut y Ciudad del Cabo estarán para cuando pueda volver.

De momento me dura el buen humor. Es el año 3 del Regreso de la Economista y presumo que me quedan dos nanosegundos de buen ánimo.

Y, de momento, ya tengo lotería de Navidad, a ver si la suerte nos saca de esta tristeza que ya se hace demasiado larga.

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