Economista Descubierta

La muerte digna

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Yo me había dado cuenta hace ya un tiempo que todo el rollo del lactivismo, la supresión de los nidos en los hospitales, el parto respetado y en tu propio domicilio y las vecinas comadronas dizque llamadas doulas iba, bajo una apariencia de naturalismo y vuelta a los orígenes, dirigido a ahorrarle a Papá Estado lo que Papá Estado prefiere gastarse en, por ejemplo, televisiones autonómicas por duplicado u observatorios de género cualquiera.

Te cuentan una milonga de que es mejor para tu bebé y tu encantada de parir en casa con una amiga apretándote la mano, cuando lo que realmente haces es sufragar los gastos de las triplicadas administraciones públicas y sus millones de consejeros indocumentados.

Sabía que esa teoría de la “movilización inmediata de la recién parida” también iba por la vía del ahorro y que, si antes te quedabas una semana después de una cesárea, ahora te vas a los dos días con la peineta clavada debajo del ombligo y el rorro en brazos. Y el bebé sin limpiar, que sale muy caro el jabón.

Lo que no sabía, y mire usted, lo acabo de saber, es que los enfermos crónicos y los viejos son carísimos y claro, día que pasa, día que gastan, y como o están de baja o están jubilados, no cotizan nada. Sólo gastan.

Así que con el rollo de la dignidad de la muerte, según entras por el hospital, ya te quieren sedar “para que no sufra”, te dicen, porque claro, uno nunca es tan malo como para desearle sufrimiento a nadie…

Pues si no sufre, lo que pasa es que se está muriendo, oiga, y no parece tener prisa. ¿Usted tiene prisa? Porque yo no, y además yo sí que sufro ¿me seda a mí? ¿Le joroba el puente, el fin de año, las vacaciones? Pues haber estudiado otra cosa, digo yo. Yo no tengo prisa y puedo esperar el tiempo que haga falta… Y sufrir, sufrir aquí todos sufrimos en vida, que bastante perra es ya. El argumento del sufrimiento me reconcome, no puedo evitarlo.

Sí, ya sé que somos muchos y duramos demasiado, que no hay epidemias ni guerras, y que ya no sólo sobreviven los mejores sino que sobrevivimos la mayoría. También sé que lo que cotizamos no da para pagar lo que se gastan, y que el estado del bienestar, que en España ha durado más o menos quince minutos se va a acabar, porque ahora todo va a ser mucho más “flexible”, si todo eso lo entiendo, pero me joroba lo de “digno”. La dignidad va de otra cosa, la verdad. Y tratar a alguien con dignidad es dejarle morirse cómo y cuándo le da la gana; lo cual incluye, si el fulano de turno lo prefiere, hacer gasto hasta el final, si es menester.

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