Economista Descubierta

Management Literature

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Hace mucho que no paso por la librería del Instituto de Empresa, que es el templo de los libros de pasta blanda, los tulipanes que encontraron la buena suerte, los principios de los océanos azules que vendieron su armadura y los ladrones del tiempo que cerraron un trato de éxito.

Y si ya no paso por el Instituto de Empresa no les digo ya el tiempo que no voy a un aeropuerto, con lo que yo he viajado, quién me ha visto y quién me ve, ni sombra de lo que fui. Por no decir que no entro a Vips, cosa que no es cierta, eso sí, sin detenerme en la sección libros, no vaya a ser que alguno de mis hijos se la cargue de un zarpazo.

Como ya no frecuento los modernos templos del saber no sé si es que ya no hay que “autoayudarse” o los principios del Management han caído en desuso. No sé si se siguen escribiendo tonterías de monjes y Ferraris y quesos y ratones ni de cisnes negros, ni miedos, ni capital conversacional, ni infantes difuntos. Que venga Apolodoro y nos lo diga, porque estoy con las carnes abiertas.

Eso sí, he leído por alguna parte que las últimas tendencias en literatura de superación y liderazgo organizacional se basan en las técnicas de la mafia, las definiciones del Killer y el largo y tortuoso camino a la liberación de la «codependencia» de la pobre Sartorius, que, como Lady Di, vivió bastante tontamente, la pobre.

Como dirían en mi pueblo «es la falta de ignorancia» (y no te digo yo que no me dé pena la muchacha, sin oficio ni fuente de ingresos conocida).

No deja de asombrarme, vive Dios, que con la de cosas que hay que leer, siga la patulea prefiriendo «El ocho» al «Primo Basilio», e incluso se decida a comprar las memorias de las tenistas, las sufragistas, las alienadas, las recuperadas o las aburridas, metidas a consejeras de víctimas de la susodicha falta de ignorancia, escasas de base escolar y de recursos intelectuales.

Que si PNL, que si coaching, que si ya estamos todos en la misma pomadita superficial y mema, certificada, eso sí.

La verdad es que con lo malita que está la cosa, puestos a que hay que ahorrar, ahórrese en el gasto superfluo del libro Management de pasta blanda, del manual del perfecto tostón, de las memorias de las del colorín, y, si es cuestión de buscar un tratado con muchos personajes y poca acción, léase la guía telefónica, ocupación a la que yo dediqué largo rato en mi infancia. (sí, a leer la guía. ¿Qué pasa? Y la desaparecida guía de calles, con mayor atención si cabe).

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