Economista Descubierta

La verdadera identidad de la Economista Descubierta

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La Economista Descubierta

No sé si alguna vez ustedes se han preguntado quiénes están al tanto de la existencia de la Economista y su heterónimo en la vida real. Realmente, quitando a C.W., el resto cabe en un taxi. Por no saberlo no lo sabe ni mi familia, ni, líbreme Dios, mi entorno laboral. Un par de amigos, uno que me descubrió por casualidad y desenmascaró lo bien que me conocía y una seguidora fiel. No me conocen ni los Dueños de Este Sitio Tan Sesudo donde me han dejado una esquinita.

Uno de estos amigos me dijo el otro día que últimamente estaba demasiado cínica, demasiado cáustica, demasiado negativa y demasiado catastrofista. Que yo no era así. Y es cierto, yo no era así, pero devine así. En mi devenir existencial tenía en potencia toda esta capacidad borde y ahora ya no estoy en potencia, sino en acto.

Será porque en los últimos años me he llevado todos los palos laborales del mundo y unos cuantos de los personales. El que haya pasado por el paro sabe de sobra que desaparece del mundo y que su tiempo pasa más lento que el del trabajador.

Será porque mi capacidad crítica se alimenta de noticias diarias, de visión entristecida de la ruina del país que tenemos y será porque ya no tengo dinero para gastármelo en bolsos y tratamientos de belleza, que no arreglan, pero consuelan.

Será porque mis amigos se están yendo de España, o porque ya no veo de cerca y tengo patas de gallo, será porque no tengo ahorros y sí deudas, y será porque me he quedado huérfana. Menos mal que por lo menos no estoy gorda.

Será por todo eso, pero el caso es que la Economista puede tener gracia a veces, aunque no está nada divertida.

Dicho lo cual, en el modo social, es decir, el que habla y no escribe, trato de aparecer como pacientemente contenta y carente de expectativas. Lo último es que se note o hacer público este desahogo entre los cercanos. Porque no me voy a poner a explicarles a las madres del colegio que me parecen un petardo en su mayoría, ni a mis compañeros de profesión que son tan petardos como las anteriormente citadas madres.

No estoy como para jugarme el trabajo por hacerme la valiente. Así que seguiré despotricando en este Sitio, mientras no me larguen por ceniza.

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