Economista Descubierta

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Que la opinión es como el culo, es decir, que cada uno tiene el suyo, ya lo dimos en primero de blog, cuando empecé a manifestar mis (in)fundadas opiniones.

También dimos que la buena educación y la caridad cristiana deben servir para moderar no sólo las opiniones sino la exposición de los hechos.

Una cosa es que yo sepa que alguien está gordo, incluso que lo parezca a todas luces, y otra cosa es que yo le llame gordo a la cara. Podría dulcificarlo y llamarle “seductoramente robusto”, pero los hechos, que son tozudos, están ahí para demostrar que yo podré estar callada, pero la verdad es la verdad lo diga Agamenón o su porquero.

Luego está el asunto del fundamento del argumento que, cuando se basa en la verdad, no es una opinión sino una descripción. Es la diferencia entre ser, ser percibido, parecer y aparentar. Ontología de primero de bombón bacci perugina.

Se me ha enfadado un profesional de la búsqueda de directivo que se llama head hunter a sí mismo, cuando debería saber que los consultores de Executive Search detestan tal nombre. Pero no pasa nada. Ya se me enfadó un coach y, sin embargo, todavía no se me ha enfadado ninguna Marmota ni ninguna cocinera de comedor de colegio mayor masculino; profesión, por cierto, a la que admiro sin reservas.

Cierto es que dice que como no sabemos quién soy y que puedo permitirme el lujo de largar opiniones desde el anonimato vil y cobarde. En eso, tiene razón. Yo puedo parecer tonta, incluso puedo aparentar serlo, puedo ser percibida como una gilipollas integral que habla de lo que no sabe y toca de oído. Puedo parecerlo, porque me conviene, me interesa y me viene bien; pero definitivamente no lo soy. Y eso no es una opinión, es un hecho. Si cree que voy a decirle a usted quién soy sólo para parecer más lista que nadie, prefiero seguir haciéndome la indocumentada y pasar por lerda.

Ya ven, no tengo abuela, y tampoco presumo de tal cosa, que fundamentalmente no me ha servido para nada, porque resulta que mi tipo de inteligencia no se lleva y, además, estoy sobrecualificada. Total, que puestos a que me cotizan más pareciendo tonta, ignorante e indocumentada, voy de felizarda candorosa de esas que se asombran ante cualquier gerundio como si asistieran al espectáculo de ilusionismo del Price.

Se pongan como se pongan, las cosas son como son, y no le digo yo que no se pueda uno dedicar a ganarse la vida como buenamente sabe, pero vamos, que no merece la pena ofenderse porque le recuerden a uno lo que tiene más de verdad de lo que uno está dispuesto a reconocer. La verdad jode, pero curte.

La Economista Descubierta en blogspot.com

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