Costes y calidad

Por lo visto, a la cosa española, le sobran costes y le falta calidad. No dejo de preguntarme en qué momento se torció la cosa, toda vez que yo recuerdo, por ejemplo, una televisión pública de reducido presupuesto y aceptable calidad. Por no hablar de una Escuela Pública de ínfimos recursos y absoluta calidad. Que se lo pregunten al de Pasapalabra, en cuyo cole no había recursos ni grupos de integración, ni adaptación curricular, ni nada de nada. Si alguien tiene dudas, doy fe de que era así.
Y andan los estudiantes exaltados porque les suben el precio de la matrícula, cuando de toda la vida de Dios, las matrículas de honor no pagan. Para el buen estudiante, la universidad siempre ha sido gratis. Y para la falta de cacumen, bastan los codos. Eso sí, muchos, muchos codos. Nadie dijo que fuera fácil ni apetecible y, naturalmente, es más fácil aprender un idioma en un colegio bilingüe y una au pair en casa, pero, nadie dijo que fuera imposible aprender a base de repetir hasta la saciedad con cintas en tu casa. Y si no, que se lo pregunten a los que aprendían inglés a base de sacar las letras de las canciones rebobinando la casete.
Una cosa es que sea duro y otra cosa es que sea caro. A lo mejor hay que levantarse una hora antes para aprenderse de memoria las preposiciones.
Por lo visto, TVE va a quitar Clan y Teledeporte porque TVE es deficitaria. Y sigo preguntándome qué necesidad tenía la televisión de comprar producción extranjera y dibujos animados de porquería pudiendo hacer cosas ellos mismos o reponer la Abeja Maya, que seguro que la tienen más que pagada, en lugar de tener a la mitad de la población que no se cargó en el ERE abandonados en el teletexto o comprar la zafiedad de Bob Esponja.
(Tampoco sé que necesidad tenía Televisión Española de organizarse cuatro canales, pero se me abren las carnes de sólo de pensar que puedan quitar Radio 2 o Radio 3, que aparentemente tampoco necesitan de tantos medios).
La reforma laboral ha ido por la vía de los costes, no sólo para abaratar los despidos, sino para recaudar de las indemnizaciones, pero estoy tristemente segura de que el ahorro no irá a la inversión en calidad, porque el concepto calidad se perdió por el camino, y si pensamos que en costes vamos con los chinos, lo que está claro es que nuestros productos van a ser de todoacien.
Se podía ser barato pero bueno, y nos hemos vuelto malos pero caros. Un día lo fuimos, pero algo nos cargamos por el camino, en educación, en televisión, en cosa pública. En fin, en todo lo que sin grandes costes, generaba un producto más que aceptable.
En la empresa española siempre acabamos eligiendo por abaratar costes toda vez que hemos perdido la esperanza en la calidad. La reforma va de “flexibilidad”, pero en la práctica, a nuestra empresa patria, la flexibilidad le espanta. Le espanta al empresario y le espanta al empleado. Caros, malos y momificados, así estamos todos.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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