Ahogados en deuda

Peter Tchir
Muchos nombres para el mismo problema
En Estados Unidos hablamos del «abismo fiscal» y del «techo de endeudamiento». En Grecia todo se resume ya a su salida del euro. España se mueve entre pedir o no pedir el rescate. Italia se encuentra en un estado de negación y no dice nada. Al problema de deuda en Bélgica le llaman Dexia. Irlanda, donde es difícil comprender el acento, lo denominan «banqueros ladrones». Japón lleva ya tanto tiempo en ello que se trata de un estado normal. Reino Unido tiene QE, austeridad y un partido Laborista que parece cualquier cosa menos algo relacionado con el empleo. El problema de Portugal es conocido como el comediante Rodney Dangerfield, que no merece respeto alguno a pesar de representar la “P” en PIIGS.
Demasiada deuda
Mire usted a donde mire, los países están demasiado endeudados y sufren por ello. Aquellos países sin un banco central que pueda comprar su propia deuda están preocupados. Aquellos que sí pueden, lo hacen. ¿Recuerda cuando la “flexibilización cuantitativa” (QE por sus siglas en inglés) era una política “no convencional”? Pues ya es la norma. QE a la izquierda, QE a la derecha, QE por todos lados. El ahorro y el equilibrio presupuestario se ha convertido en política no convencional hasta el punto que parece que serán relegadas a la categoría de leyendas urbanas. Nuestros hijos habrán oído que hubo una época en la que los inversores compraban bonos y los gobiernos procuraban administrar políticas prudentes, pero nunca lo habrán visto. Se reirán de nosotros y fingirán que alguna vez eso fue así.
El problema es demasiada deuda, por lo que nos endeudaremos aún más
Creo que los economistas keynesianos han causado más mal que bien. Ni siquiera estoy convencido de que el mismo Keynes hubiese estado de acuerdo con lo que se ha hecho en su nombre, pero eso no importa. Hemos ido tan lejos que parar y dar media vuelta parece no ser una opción. Por lo menos no es una opción que los políticos estén dispuestos a valorar.
Así que veremos más deuda. Nos hablarán de un futuro responsable, pero gastarán más. Las únicas dos lecciones que el mundo ha aprendido en la última década es que Lehman no tuvo que haber quebrado y que la austeridad es mala. Nadie quiere hablar de los síntomas que dieron lugar a Lehman, o las condiciones existentes en aquel momento y que convirtieron la quiebra del banco semejante detonador. Y es que es difícil, pues se expondrían los culpables. Es más sencillo cerrar los ojos, chasquear los tacones y culpar de todo a Lehman. Así pues, no quebrará ningún otro gran banco. No importa lo que usted piense ni lo que los políticos digan, ni siquiera lo que al final sea lo mejor, el “demasiado grande para caer” se ha enquistado hoy aún más que antes de la crisis. Cualquier país que pueda imprimir su propio dinero jamás tendrá que equilibrar sus presupuestos actuales para sostener lo insostenible. Los países que no puedan imprimir su propio dinero serán obligados a aceptar alguna forma de austeridad que intentarán evitar.
No moriremos como estrellas de rock
No nos ahogaremos en nuestra propia deuda. No habrá muerte joven en el cuarto de baño de un hotel bajo circunstancias sospechosas. Haremos lo posible para mantenernos con vida. La calidad de esa vida será pobre, incluso puede que entremos en coma sin darnos cuenta, pero el final me parece claro: habrá dinero. Los países más débiles lo obtendrán de otros. Los bancos centrales se volverán más agresivos en sus políticas. En algún momento se producirá una quita por parte del sector oficial, un perdón de deuda a escala masiva. El hecho de que dicha quita no se mencione en el caso de la Reserva Federal es la mejor indicación de que tendrá lugar.
Dado que la Reserva Federal posee la mayor cantidad de deuda estadounidense, la opción de una eventual quita es bastante factible. Máxime cuando los políticos encuentren nuevas formas de evitar recortes y postergarlos. Sabemos qué tipo de animal tenemos delante. Sabemos lo que piensan. Es natural temer que puedan salirse de su comportamiento habitual, pero creo que la triste realidad es que los políticos y los bancos centrales jamás adoptarán soluciones que inflinjan daño a corto plazo si lo pueden evitar, por lo que perpetuarán el juego.
Sonría, sea feliz
No deseo ser complaciente. No me gusta el curso que están tomando las cosas. Sigo convencido de que una quiebra del estado griego en 2010 hubiese puesto al país heleno en el camino correcto y que el contagio pudo haber sido manejado. Entonces hubiésemos purgado el sistema de los bancos más débiles. También hubiésemos implementado programas serios para resolver y financiar las economías de España e Italia, que hoy se encontrarían en mejores condiciones. No actuamos así, sino que hemos creado un enredo mayor que ahora resulta difícil imaginar una quiebra en Grecia que no contagie al resto. Dos años y medio y todo lo que se ha hecho es empeorar las cosas, al menos en términos de cambios estructurales que pudieran funcionar. Lo que se ha hecho es mantener a los mercados contentos. Francamente dudo que no veamos más de lo mismo.
Hace un par de semanas parecía que Europa estaba dispuesta a dejar caer a Grecia. Ahora vemos más titulares en el sentido contrario. Es razonable. Algunas mentes preclaras que comprenden lo interconectado que está el sistema han confrontado a los políticos con la realidad.
Me gustaría poder decir algo más, tener la información detallada de cómo se resolverá todo al final. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que, más allá del ruido, los políticos y los bancos centrales en lugar de tomar decisiones difíciles intentarán prolongar la situación. Visto lo visto en Japón, parece que se puede prolongar por mucho tiempo.
Copyright © 2012 · Peter Tchir
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