Salidas profesionales

Lo primero que debe hacer uno cuando elige lo que quiere estudiar es no hacerle ni caso a las modas del momento. A mí me da mucha pena cuando entrevisto a jovenzuelos que me dicen que desde pequeños les gustaba la «consultoría estratégica» o que hicieron tal carrera porque tenía muchas salidas.
La gente no se ha enterado que lo que hoy tiene muchas salidas mañana puede ser un callejón sin las ídem. Siempre hay algún periódico salmón que saca un especial de esos de «las profesiones sin paro» (pero nunca incluyen la de enterrador, ni la de tanatoesteta, por ejemplo).
Y luego están, por supuesto, las carreras de moda. Cuando yo estaba en 2º de Bachillerato entre los listillos se llevaba mucho hacer teleco. Pedían muchísima nota y claro, si habías sacado una nota fenomenal, no podías menos que querer ser ingeniero de Telecomunicaciones. Los de mi clase que se dejaron los cuernos haciendo una carrera que no les gustaba, pero para la cual pedían mucha nota, se están desayunando hoy con el ERE de Telefónica. Hala, tantos años de estudio para acabar jubilado con 47. Luego están las que no terminaron la superior, pero se hicieron peritos (digo ingenieros técnicos) y ahora están en el ERE ella y el marido (al que conoció en la escuela, claro está), de Ilusionante, por decir algo.
También están los que hicieron teleco y acabaron, por ejemplo, siendo directores de Desarrollo de Recursos Humanos, pero claro, como no habían ido al bar ni un solo día, ni les habían dicho que las uñas mordidas están prohibidas en el Recurso Humano, pues se molestan mucho cuando no les ascienden a Súper Director General de Medios, para lo cual ya ponen a un doctor en Literatura, con don de gentes y uñas impecables, eso sí.
Unos años antes de la moda de los telecos estuvo de moda estudiar Medicina. A la gente siempre le ha molado mucho que le llamen doctor aunque no haya defendido tesis alguna, y como en su momento el médico siempre era el hijo del rico del pueblo, pues claro, había que estudiar Medicina. Había pocas plazas, pocas facultades, y pocos muertos cedidos a la ciencia, y claro, entraban cuatro. Así que más de uno que hubiera estudiado otra cosa hizo Medicina aunque no le gustaba ni poquito, porque era selectivo y de ricos. Y claro, ahora se enfadan porque no se forran y trabajan en la Seguridad Social haciendo recetas para ancianos polimedicados. Oiga, que esto iba de tener trabajo, no de forrarse.
Luego hubo otra fase en la que todos los muchachos querían trabajar en McKinsey o en Banca de Inversión. Y claro, se quedaban muy frustrados cuando les decían que consultoría estratégica no, pero sistemas sí, y que sistemas era programar. Se enfadaban bastante, los pobres.
En esta última fase se pusieron de moda los ingenieros de Caminos y los arquitectos, porque “se colocaban todos”. En la cola del paro, colocados unos detrás de los otros, muy enfadados también porque tanto esfuerzo para acabar como cualquier otro.
Desde luego, el sistema educativo no ayuda mucho, porque obliga a los jovenzuelos a elegir lo que quieren estudiar justo a la edad que no sabes ni que ponerte; pero, desde luego, estudiar una carrera porque tenga muchas salidas es una estupidez como otra cualquiera. Estudie usted lo que le guste, le digan lo que le digan, pero sea muy bueno en eso, estudie mucho, saque buenas notas, que pagan solas las matrículas incluso de las universidades más caras, aprenda idiomas, sepa hacer cosas interesantes y distintas, vaya al bar de la facultad y si puede, aprenda a jugar al mus, y ya verá como no le faltan oportunidades profesionales.
Eso sí, forrarse es otro negociado. Para forrarse lo mismo hay que montar una empresa y arriesgarse a que a lo mejor, en lugar de forrarse, te arruinas.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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