Economista Descubierta

De profundis y de los charcos

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No será hoy el día en que servidora se ponga mística, que no es éste el ambiente ni el escenario. Tampoco da una columnita dizque de sarcasmo e ironía para muchas profundidades, pero yo es que sigo sin dar crédito a lo que se despacha en este sector mío.

De verdad que el 84,7% (poner un % es esencial) de la gente tiene la profundidad de un charco, y oye, mientras no quieran opinar mas allá del color del traje de la novia en la boda, todo va bien… El problema es que la gente además de ignorante, es osada. Va un día, se compra un libro de esos del queso, se lo lee… y hala, a sentar cátedra y a hacerse los interesantes. Y yo, claro, a hacerme la muerta, que no es tan fácil.

No sé quién me pone más nerviosa, si las que se redimen haciendo tartas y poniendo flores, o los de las pretendidas profundidades.

Es difícil encontrar un punto medio, la verdad, aquí o se pone la gente superficial y entonces es todo de un frívolo vomitivo, o cuando se ponen profundos les sale el Reader Digest y la Srta. Francis.

(Luego hay un tercer grupo que es el que combina ambas facetas y te quiere pasar recetas con tofu y te mira asustadísimo si te ve bebiendo leche (no se si saben que hay un lobby anti todas las leches menos la materna) y te habla de filosofía oriental con tanto convencimiento como ignorancia).

Entre los llamados por la senda de la pseudociencia y el cantamañanismo hay tantos vendedores como compradores. Es así, hay producto porque hay mercado. En el Recurso Humano hay muchísimo vendedor de esas tontadas, es una lástima, pero es así.

Están, por ejemplo, los que citan a gente que no sólo no conoce nadie, sino que además no interesa nada lo que dicen, porque son cuatro obviedades a las que se llega con puro sentido común. No hay como ir a la cuesta de Moyano a ver de qué libros se desprende la gente cuando tiene que hacer sitio en las estanterías.

Y además, eso es un name dropping sin sentido, porque dejar caer nombres de gente que nadie sabe quien es, porque no son nadie, y no dicen nada, no lleva, naturalmente, ninguna parte.

Eso sí, si quiere impresionar a cualquiera de estos de los charcos sáquese una transparencia con un iceberg y suelte algo como «Según Pierre Bezukhov y Calogero Sedara, que llegaron por separado a las mismas conclusiones, lo cual les hizo merecedores del ISP Certificate»… Luego pinta un eje para las abcisas y otro para las ordenadas, y ya está el charco medido y el público entregado.

(Hay que ver lo que cunden los icebergs para explicar todo. Es más, desde que se usan tanto para todo, les hemos llegado a perdonar lo del Titanic).

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