Miau, o dónde los colocamos

A pesar de que los funcionarios están denostados y mal vistos, sean militares, médicos o maestros de escuela, funciones todas más que necesarias, siempre he pensado que la función pública, y el sistema de oposiciones, era justo y debía conservarse.
Como todo, esto es una opinión, que ya saben que es como el culo: cada uno tiene el suyo. Otra cosa, eso sí, son los funcionarios triplicados de las absurdas administraciones autonómicas dedicados a observatorios varios, gestión de la tontuna y agencias múltiples de confusa misión y absoluta irrelevancia. Porque si el Defensor del Pueblo es superfluo, el del pueblo de Murcia no me diga usted que es necesario.
Empezaron a engrosar los colocados sin oposición, con los PNN (para el que se acuerde, los profesores no numerarios a los que les regalaron la plaza sin oposición alguna), siguieron con los jueces del cuarto turno y, luego, con las autonomías ya fue el acabose del enchufado… Las administraciones triplicadas no sólo no sirven para nada, sino que entorpecen la vida del ciudadano, y, además, sólo sirven para hacer gasto.
A partir del 20 de noviembre, cambie o no el gobierno, se van a ir a la calle dos millones de afectos al sector público, y claro, dígame usted dónde los ponemos, porque si toda su cualificación es ser administrativo del Servicio Regional de Mujer e Igualdad, pues ya les avanzo que el mercado no les absorbe, porque no sirven para nada.
Si no fuera trágico, sería hasta divertido. Los que pueden, porque sin poder no se puede, ya se han colocado estratégicamente; el cesante moderno se preocupa de quitarse de en medio antes de que lo larguen, sea en un consejito, en una embajada, organismo internacional o cualquier sitio donde le deban a uno un favor. Puestos de confianza, que les llaman, que queda muy bien y además cuando regresas, parece que hasta experiencia profesional tienes. Todavía nos venden a la Salgado como experta, a Felipe como hombre de Estado y a Pío Cabanillas como el gurú de la comunicación. Así que habrá que ver regresar a Aído de la ONU para que nos dé lecciones de igualdad de oportunidades y techo de cristal.
No deja de estar bien la idea. Esto, como lo del blanqueo del enchufado, es todo un arte, y en este país de pícaros siempre se nos ha dado bien. Te metes en la pomadita y ya nunca te sales.
La pena va a ser los que ni se colocan ni se van a colocar, porque sólo llegaron a la cosa pública triplicada porque el estado se deshizo y había que montar todo el asunto por tres, y ahora no funciona porque por trozos es más caro y menos útil.
Y pánico me da pensar en un país de cesantes, buscavidas e incolocables; pánico me da porque con dos millones más de parados no sé si esto puede aguantar mucho más tiempo.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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