El problema de la inflación china

La economía global se ha vuelto tan desequilibrada que incluso los ministros del gobierno estadounidense, que normalmente tienen problemas para explicar la oferta o la demanda, reconocen claramente que algo tiene que ceder. En gran medida las distorsiones se deben a la política china de sostener la paridad del yuan con el dólar. Pero a medida que la economía de China gana fuerza y debilita la economía estadounidense, el coste y la dificultad de mantener la vinculación entre ambas monedas es cada vez mayor y, finalmente, mayores que los beneficios que la política supuestamente ofrece a China. En las primeras semanas de 2011 ha surgido una nueva evidencia que muestra lo difícil que esto se ha convertido para Pekín.
Hace veinte años que los líderes de China decidieron deshacerse de la catástrofe del comunismo económico en favor de la privatización y las exportaciones de su industria. El plan funcionó. Durante ese tiempo China sacó a más gente de la pobreza en el menor tiempo de la historia del planeta. Pero, en algún lugar a lo largo del camino, los líderes de China se convirtieron en adictos a una estrategia que ha dejado de ser útil.
A fin de mantener la paridad, China tiene que comprar dólares en el mercado abierto de manera continua. Pero mientras más se debilita el dólar, más divisa estadounidense ha de comprar. Y con la Reserva Federal de los EE.UU. haciendo todo lo posible para crear inflación y abaratar el dólar, la tarea de Beijing se hace casi imposible. La semana pasada se anunció que las reservas de divisas de China, la cantidad de moneda extranjera guardada en su banco central (en su mayoría en dólares de EE.UU.), ha aumentado en un récord de 199 mil millones dólares en el cuarto trimestre de 2010, para llegar a 2,85 billones de dólares. Estas reservas representan actualmente un asombroso 49% del PIB anual de China (si una cantidad proporcional se amasara en EE.UU., nuestros miserables 46 mil millones en reservas tendrían que aumentar 163 veces hasta llegar a los 7,5 billones de dólares).
Para comprar esos dólares, el banco central chino debe imprimir su propia moneda. En esencia, China está adoptando la política monetaria expansiva de la Reserva Federal. En los EE.UU. el impacto inflacionario de tal estrategia es mitigado por nuestra capacidad de exportación de dólares de papel a cambio de las importaciones chinas baratas. Aunque los precios están subiendo aquí, no están creciendo tanto como lo harían si tuviésemos que gastar todo este dinero recién impreso en bienes de producción nacional. El gran problema para China es que, a diferencia de los EE.UU., el yuan recién impreso no se exporta, sino que permanece en China haciendo que incrementen los precios al consumidor en ese país. Como resultado, la inflación se está convirtiendo en tema político dominante en China.
Recientemente se anunció que en noviembre el índice de precios al consumidor subió un 5,1% con respecto al mismo período del año anterior, con los precios de los alimentos escalando un 10%. Con el aumento de los disturbios el gobierno chino ha desplegado una serie de iniciativas para hacer frente a los síntomas de la enfermedad, sin hacer frente a la causa.
La más débil de estas iniciativas es la imposición de controles de precios en muchas ciudades chinas. Pero, tal y como el presidente Nixon comprendió a principios de 1970, la ley de la oferta y la demanda no puede ser suspendida a voluntad. Los líderes chinos se dan cuenta de esto y más recientemente han implementado una serie de respuestas aparentemente más sofisticadas.
Alentada por el erróneo principio económico keynesiano de que la inflación es creada por una economía fuerte y no por una oferta de dinero en expansión, China tiene la esperanza de resolver sus problemas limitando su crecimiento. Para ello, acaba de aumentar las tasas de interés y se ha apurado a restringir los préstamos bancarios.
El viernes, el banco central dijo que aumentará la proporción de los depósitos que los bancos deben mantener en reserva por medio punto porcentual. Esto viene después de seis aumentos similares el año pasado (la cuarta subida en sólo dos meses). En materia de tipos de interés el Banco Popular de China está sopesando incrementar las tasas, cosa que muchos analistas esperan que se produzca durante el primer trimestre del año. Sin embargo, si estas medidas no van acompañadas de un cese en las compras de dólares, seguirán sin poder controlar la inflación.
Esta semana el presidente chino Hu Jintao visita Washington, donde recibirá un rapapolvo del presidente Obama y del secretario del Tesoro Timothy Geithner sobre la importancia de permitir que el yuan se aprecie. En este punto, la Administración lleva razón. Pero no, por supuesto, la suficiente como para comprender todas las implicaciones de cómo la caída del dólar y la revalorización del yuan perjudicarán la economía de EE.UU. Si China deja de comprar dólares, los estadounidenses se enfrentarán a precios más altos y a mayores tasas de interés. Si Geithner piensa que podemos asumir esas consecuencias tranquilamente, le espera un duro despertar.
El verdadero despertar ocurrirá cuando China se dé cuenta de que ha vinculado su economía a una moneda sin ataduras. Hay una gran cantidad de indicios de que muchos de los líderes chinos están empezando a comprender plenamente el problema.
Por ejemplo, Zhou Qiren, un asesor académico para el Banco Popular de China, dijo en una entrevista en la última edición de la China Reform Magazine que su país debe encontrar un método de valoración del yuan que no implique la impresión de más de yuanes para sostener el mercado de divisas estable. Argumentó que el aumento de las tasas de interés no resolverá los problemas fundamentales de la inflación. Para ello, China debe controlar la oferta monetaria. Creo que está en lo cierto.
También comentó que el dólar de EE.UU., que se convirtió en un sustituto para el oro como resultado del acuerdo de 1944 de Bretton Woods, ya no puede servir de anclaje para las monedas del mundo. Sugirió además que el yuan debe de estar vinculado a algo objetivo. A mí me suena como si estuviera hablando de cierto metal amarillo.
La conclusión es que los chinos están finalmente despertando. Cuando el dólar estaba anclado al oro, era fiable. Sin embargo, una vez que se dejó de lado el ancla, el dólar se fue a la deriva y ya no está en condiciones de proporcionar estabilidad. Durante un tiempo, incluso sin el oro, la fuerza de nuestra economía y la competitividad de nuestras exportaciones dio estabilidad al dólar, pero esos amarres se han roto.
Por ahora, la vieja guardia en China aún tiene influencia y el statu quo se mantendrá intacto. Pero los nuevos líderes aguardan su llegada en 2014. Cuando nuevas manos tomen el control del timón en China, es posible que finalmente se produzcan cambios significativos en el sistema monetario mundial.
Copyright © 2011 · Peter Schiff
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Traducido al español y publicado con autorización de Peter Schiff.
Translated and published by kind permission of Peter Schiff.
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