«Giving Feedback»

Tuve yo una subordinada muy lista, «colaboradora» como dicen los manuales de estilo empresarial, que decía que «te voy a dar feedback» equivalía a «te voy a dar por culo», o sea, te voy a decir lo fatal jefe que eres, lo peor compañero que resultas y lo impresentable que eres como empleado en general. Eso sí, todo muy constructivamente, para que no caigamos en un sainete de esos que a mí me chiflan. Nótese que he puesto giving feedback, para que algún indocumentado copie “dando feedback”, pero no, realmente es “dando por culo”, ese es el título del asunto, pero no es fino.
Trabajé yo en un sitio muy elegante, donde hasta las secretarias eran marquesas, donde nos lo pasábamos muy bien y se hacían unas amistades muy agradables, pero que no vendía una escoba. Como reza el glosario, en el Sitio Elegante sólo trabajaban los que se lo podían permitir, imagínense que elegancia. Más o menos a final de año se hacía la llamada «Evaluación del Desempeño» y entonces nos dábamos feedback, o sea, por culo, con la excusita de que «al menos una vez al año el empleado puede decir lo que piensa».
Ese es el problema, que a la gente (que la han educado en el asamblearismo) le han dicho que puede decir lo se que piensa sin que le pregunten. Ese es el problema, sin que le pregunten. ¿A usted le han preguntado? ¿No?, pues entonces, chitón, que nadie le ha dado vela en este entierro.
Yo pregunto pocas cosas, como soy una listilla de alcantarilla, no suelo preguntarle a la gente su opinión, porque me importa poco la opinión, doxa despreciable, pero si sólo sirve para que suban el índice ese de confianza de la Universidad de Míchigan y la bolsa.
Yo pregunto lo que no sé, que eso sí me importa. Lo que no sé, que es mucho, pero insisto, no lo que a la gente “le parece”.
Es cierto que hay que haber trabajado mucho la mismidad y el alto concepto de uno mismo para que las opiniones de los demás te traigan al fresco, pero, como es inevitable que algún inconveniente te venga a contar lo que a él le parece, es esencial aprender técnicas de resbalamiento de las opiniones no pedidas, feedback indeseado. “Banco de niebla” que se llama la técnica.
Lo primero y fundamental:
Toda frase que comience por “yo me parece” debe ser inmediatamente dejada de escuchar. No se dice “yo me parece”, se dice “a mí me parece”. A partir de ahí se desechan el 80% de las opiniones que, ya desde su inicio, vienen mal formuladas.
El siguiente 10% (números gordos, que dice un profe del IESE) se espiguea con la técnica del «Sisi», que es lo que le contestabas a tu madre cuando te preguntaba si habías limpiado los zapatos por la noche: “Sí, sí. Sí que los he limpiado”. Como dicen los alemanes: ella tenía su razón y tú, tu tranquilidad. Y los zapatos, sucios, claro.
El siguiente 10% se blanquea con sonrisa beatífica y repaso mental de la lista de la compra, el santoral del mes o la tabla de 7. Esencial no subirse al palito de discusiones por opiniones no pedidas.
Ese es el problema, que nos metemos en los jardines de la dialéctica y, mientras tanto, los hechos (que son lo relevante) sin evaluación del desempeño.
La Economista Descubierta en blogspot.com
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