El tamaño (del currículum vitae) sí importa
Y mucho, tanto en el aspecto físico como en el espiritual. Por un lado hay que tener en cuenta la extensión que ocupa. Los expertos dicen (decimos en vitaevision.com) que lo ideal es una página, dos como mucho. A partir de ahí se considera que ningún responsable de reclutamiento se detiene a leer lo que pone o, peor aún, lo descartan. Es cierto que hay excepciones como la de Joseph Stiglitz, pero para eso hay que ser profesor de la Columbia University y ganar un Nobel.
Sin embargo, mucho más importante aun es lo que ponemos y lo que no ponemos en un currículum. Nunca se deben incluir datos como el estado civil, el DNI o el número de la Seguridad Social. Los dos primeros por ser estrictamente personales y tampoco deberían de salir a relucir durante una entrevista de trabajo pero quizá el encargado de personal quiera conocer o bien la “estabilidad” del hogar del entrevistado o, por el contrario, las “ataduras” familiares que puedan impedir una entrega al 100% al puesto de trabajo. En cuanto al DNI y número de la Seguridad Social, el problema reside en para qué los necesitan antes de firmar un contrato. Se ha dado el caso de ETT’s que daban de alta en la Seguridad Social a algunos candidatos y estos, al ir a hacer la declaración del IRPF se han encontrado con un pagador (que en realidad no les ha pagado nada) pero que le perjudica a la hora establecer la base cotizante (con dos o más pagadores la declaración es obligatoria y, dado el caso, puede salir positiva).
Otro de los aspectos que ha salido a relucir recientemente es el tema de la sobrecualificación. Hay quienes recomiendan “adelgazar” el CV, eliminando experiencia laboral o formación académica, para adecuarla al puesto demandado porque se tiende a pensar que destacar por exceso es tan malo como no cubrir unos requisitos mínimos. El mercado laboral es así, exige veracidad en los datos y, al mismo, tiempo alienta a ciertas mentiras. Se ha asumido que tener un nivel intermedio de inglés es lo normal, aunque no se sepa hablar el idioma. Por otro lado, un mismo candidato puede ser o no ser apto si dice o no dice que posee un doctorado.
Otros, por el contrario, recomiendan (como nosotros en vitaevision.com) no suprimir nada que tenga que ver con la experiencia laboral o con la formación académica. La primera razón es el menospreciar el esfuerzo que conlleva prepararse y mejorar. En segundo lugar, la carta de presentación (esa gran desconocida para muchos demandantes de empleo) resulta de mucha ayuda. En ella es donde hay que explicar por qué solicitamos el puesto y qué podemos aportar a la empresa. Alguien que hable claramente de lo consciente que es de su sobrecualificación pero, incluso así, está dispuesto a aceptar un trabajo de menor categoría o salario denota una honestidad que no siempre se encuentra en el mercado laboral. Si, a pesar de todo, no conseguimos que nos contraten por el temor a que abandonemos en cuanto encontremos algo que realmente se adecue a nuestro perfil, siempre podremos preguntarle a nuestro interlocutor cuál es la postura de la empresa acerca de la flexibilización laboral/despido libre, sobre si dicha empresa ha usado la crisis como excusa para rebajar los salarios de los nuevos empleados o, simplemente, preguntar si de no haber esa sobrecualificación en el CV, ya nos convierte en aptos a pesar de ser la misma persona.
Puede que ni así consigamos el puesto pero poner de manifiesto algunas injusticias es una manera de luchar contra la precariedad y ayudar a que la siguiente vez no vuelva a pasar lo mismo.
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