Economista Descubierta

El género y la estupidez

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El género es una cosa que tenían las palabras (masculino, femenino y neutro) ya que las personas teníamos sexo, a saber, masculino y femenino. Ya sé que lo que acabo de decir va en contra de las resoluciones adoptadas en Pekín, pero se imaginarán ustedes que a mí me da rigurosamente lo mismo, porque la verdad es la verdad, lo diga Agamenon o Pekín. La corrección política y servidora están peleadas por definición.

Así que me he peleado un poco esta semana con la maestra de mi hijo que está empeñada en enseñarle a decir “el abuelo y la abuela” y “los niños y las niñas”. Le he dicho a la maestrilla que ella habrá estudiado el rollo ese de los valores transversales y la educación para la igualdad, pero resulta que mucho no ha debido calar, a la vista de los resultados de los asesinatos de mujeres y el terrorífico dato de que dos de cada tres maltratadas son menores. Sinceramente, vamos fatal.

Le he dicho además que si no le importa, a mi no me va a enmendar la plana, porque ella será la maestra, pero yo sacaba matrículas en Lengua Española y me sé de memorieta el plural, le guste a la maestra o no.

El rollo de la ideología de género me pone a mí muy nerviosita, porque no sé muy bien a qué perverso plan responde, porque no sé quien se puede tragar lo de los pensamientos hegemónicos y la deconstrucción. Mucho ignorante es lo que hay. Tendrá que ver que yo diga los padres o los abuelos con que mi marido planche. Será posible.

Aquí tendremos que planchar todos los que arruguemos las camisas y fregar todos los que ensuciemos los platos. Ya he dicho muchas veces que el office management no tiene nada que ver con la diferencia de sexo.

Aquí tenemos que saber todos hacer de todo, aunque yo una vez tuve que cambiar una rueda y acto seguido vendí el coche, y hoy es el día que juro en arameo por no saber coser un dobladillo, sobre todo porque me cobran 11 euros por hacerlo en la tienda de arreglos de la esquina.

De verdad, que menos los niños y las niñas y más enseñar a subir bajos y cambiar enchufes, en una asignatura de esas tipo sección femenina que en lugar de “Educación para la ciudadanía” bien se podía llamar “Educación para no tener que pagar por lo que uno podría hacer, sobre todo, porque no hay un duro”.

Me he partido de risa viendo el telediario, porque por lo visto se vuelven a vender las máquinas de coser, cosa que ya anuncié yo en una entrada, y es que lo que no puede ser es que nos enseñen a hacer presentaciones efectivas y no sepamos freír un huevo.

Me da igual que sea por la crisis o por sentido común, pero lo que no puede ser es que tanto empeño en que la formación tiene que ser práctica y no haya en cada colegio un taller. Sí, un taller, ¿qué pasa?

Así que enséñeles a los niños que no se pega (a nadie) que se cede la puerta (a todo el mundo) que no se empuja a los viejos, ni a los pequeños y que no se insulta (a nadie) y déjese de singularizar. Y de paso, después de todo eso, enséñeles a que el lavaplatos no se saca solo…

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