Marcos Queijeiro

Debate preelectoral y revival de la serie B

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Fotografía de Alfredo Pérez Rubalcaba, Manuel Campo Vidal y Mariano Rajoy

Alfredo Pérez Rubalcaba, Manuel Campo Vidal y Mariano Rajoy

Previsible, así se podría resumir el debate entre Rajoy y Pérez Rubalcaba ante las elecciones del 20N. Lo cual ya se intuía antes de producirse el cara a cara. Las razones hay que buscarlas en el origen del formato elegido, en el cual se buscaba la “neutralidad” y acabamos encontrando un “déjà vu”. Es lo que tiene pactar todos los temas, medir el tiempo y reducir la figura del moderador a las funciones de una “azafata”.

A estas alturas todo el mundo conoce las posturas que cada candidato tiene sobre cada tema, para eso no hay más que leer los periódicos, escuchar la radio o ver la televisión. Además, dependiendo de qué medio escojamos, también sabemos si lo que proponen es bueno, malo o regular. Pero esto da igual, sea cual sea el tema elegido, el argumento más oído fue lo bien que lo hacen los propios y lo mal que lo hacen los contrarios. Una buena estrategia, no vaya a ser que ganen y tengan que cumplir con lo prometido. Lástima que no exista el concepto de autocrítica en el ideario de los políticos, conectarían más con el electorado.

Otro aspecto a tener en cuenta fue la necesidad de dos árbitros de baloncesto para controlar el tiempo de intervención de los oponentes. Está claro que en un debate se necesita un orden y que las partes han de contar con igualdad de condiciones, pero el excesivo celo en este apartado hace que la discusión de traduzca en una sucesión de monólogos y que interrumpir al contrario sea señal de debate vivo.

El elegido para moderar el evento fue Manuel Campo Vidal, periodista con una amplia trayectoria en informativos y presidente de la Academia de la Televisión. Su designación se justificó por su experiencia en el medio y por su profesionalidad en aras de buscar la neutralidad que se espera de un periodista cuando trata un asunto de política Lo que hace suponer que hasta que un periodista no llega a presidente de la academia no es lo suficientemente bueno para moderar un debate preelectoral. Menos mal, porque para acompañar a los candidatos a la mesa, saludar en varios idiomas a la audiencia y dar paso a los temas a discutir, Campo Vidal ha sido la mejor “azafata” posible.

En resumen, fue un espacio hecho a medida para que los candidatos se lucieran. De ahí que la valoración haya sido muy positiva de cara a la galería y absolutamente demoledora para el contrincante. No podría ser de otra forma, aunque los miembros de los partidos no invitados pidieron más pluralidad en la composición del debate y muchos periodistas apuntaron a otras fórmulas: mayor número de encuentros o presencia de varios profesionales de los medios, por ejemplo.

La única novedad ha sido la presencia de las redes sociales, especialmente de Twitter. Los ciudadanos pudieron seguir el debate a través de Internet pero, lo más importante, pudieron participar en el debate dejando sus comentarios en la web de microblogging. Los fans resaltaron los aciertos de su candidato preferido y se mofaron del contrario, los partidos políticos no invitados pudieron replicar a las propuestas de Rajoy y Pérez Rubalcaba. Incluso los medios de comunicación tuvieron su momento, cada uno creó un hashtag para que sus seguidores y colaboradores dejaran sus comentarios.

Y es así como, lo que parecía que iba a ser un programa de serie B, se convirtió en el espacio televisivo más visto de la noche, trending topic y tema de primera página en la prensa del día siguiente.

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