Amy Elkins
Violencia Elegante
Patricia Martín-Sánchez: A lo largo de tu carrera, en tu trabajo has buscado desafiar las normas culturales de la masculinidad. Me vienen a la mente por ejemplo tus retratos de Wallflower. También en tu proyecto en curso, Violencia elegante, llevas la exploración de las fronteras culturales de la identidad masculina hacia un espacio diferente mediante el estudio del rugby como deporte de contacto. ¿Podrías explicar la lógica detrás de Violencia elegante?
Amy Elkins: En efecto, la mayor parte de mi trabajo pretende desafiar las normas culturales de la masculinidad y el código de género – ya sea trabajando de forma efímera con los hombres que se sentaron medio desnudos para mí en un estudio improvisado en mi dormitorio (como en Wallflower) o trabajando estrechamente con varios hombres importantes de mi vida haciéndoles retratos a lo largo de varios años (Gray).
Recientemente he sentido una inexplicable necesidad de investigar y explorar partes de la identidad masculina que he evitado durante mi vida: actos de violencia, fuerza bruta, agresión… Y que están presentes no sólo cuando hombres juegan en un campo, sino también entre los presos condenados a la pena muerte con quienes me carteo y que han cometido crímenes violentos (Negro es el día, negra es la noche).
Estos últimos años he estado investigando ideas para proyectos relacionados con un determinado tipo de atletismo. Principalmente estaba interesada en los deportes de contacto donde existe un alto nivel de riesgo e impacto. Fue entonces cuando me tropecé con una colección de fotografías de época que incluía retratos de estudio de jugadores de rugby. Decidí hacer copias y pegarlas a las paredes de mi estudio. Continuamente veía esos retratos, pero no estaba segura de si sería capaz de fotografiar en un campo de rugby. Como no quería incluir las gradas o el estacionamiento en el fondo de mis retratos, acabé diseñando un estudio portátil y así buscaba que los retratos transmitiesen el mismo aire de formalismo que las fotos de época. Mis retratos están hechos justo después del partido con el objetivo de capturar inmediatamente a los jugadores tras ochenta minutos de un enfrentamiento de alta intensidad y peligrosidad durante el cual no usan ni almohadillas ni cascos.
PM: En Violencia elegante aparecen una y otra vez moretones recientes, narices golpeadas y labios partidos. ¿Qué quiere decir «elegante» en este contexto?
AE: La idea de lo «elegante» surge de mi fascinación por un deporte que tiene mucho que ver con la brutalidad y la caballerosidad. Como Henry Blaha dijo una vez, «el rugby es un deporte bestial jugado por caballeros». El título del proyecto, Violencia elegante, ya ha sido utilizado para describir este deporte y cuando lo escuché por primera vez me di cuenta de lo bien que define mi proyecto, pues alude a ese equilibrio que me fascina entre el formalismo, la tradición y el contacto corporal violento.
PM: ¿Cómo influyen estas marcas de violencia en tu manera de enfocar la masculinidad?
AE: Tras varios proyectos fotográficos que se centraron en las vulnerabilidades masculinas, me dieron ganas de explorar otros aspectos de la masculinidad. Especialmente, me interesaban las ideas de que los hombres a menudo actúan violentamente, que siempre se han sentido atraídos por la violencia a lo largo de la historia… Nos tropezamos con estas ideas en los clásicos de la novela y el teatro, en las películas, en la música, en la cultura contemporánea, en las formas de competir, en los deportes de contacto por supuesto… y hasta en las peleas de patio de colegio y en los videojuegos. Estas ideas me han estado rondando durante bastante tiempo porque además tengo un hermano mayor y crecí entre niños. Así que continuamente presencié muchas de las marcas de sus juegos violentos.
No tengo una visión global de lo que define la masculinidad, sino que más bien sé que existen múltiples facetas de la identidad masculina. En Violencia elegante, me estremecía al ver cómo los jóvenes que iba a fotografiar caían inconscientes con sus cabezas golpeadas y sus dientes y narices rotas. A algunos jugadores se los tuvieron que llevar a urgencias, mientras que a otros les pusieron puntos en la cara allí mismo, en el campo. Sin duda es un deporte duro. Además me impresionaba saber que estos atletas eran muy conscientes de en qué se estaban involucrando y jugaban con una gran pasión. Observar los partidos y fotografiar a los jugadores no cambió mi manera de entender la masculinidad sino que me confirmó algunos de sus aspectos.
PM: En varios de los retratos se percibe una cierta fragilidad en la mirada y el lenguaje corporal de los jóvenes. Pareciera que, en lugar de capturar la épica detrás del rugby (como en las fotografías de época donde los jugadores adoptan poses autoritarias y heroicas), la cámara revela la vulnerabilidad física y psicológica de los retratados. ¿Crees que esta reacción se debe a que eres una mujer?
AE: No estoy totalmente segura de las fotos revelen una «fisicalidad» frágil; por lo menos no es lo que deseo. Busco capturar la respuesta inmediata que cada retratado comunica tras un largo período de intenso esfuerzo físico. Muchos no pueden evitar expresar agotamiento. Algunos han salido ilesos, mientras que otros cojeaban al dirigirse al estudio o sostenían hielo sobre una herida. Sin duda, estos elementos pueden revelar cierta vulnerabilidad física o psicológica hacia la cámara o hacia mí. También, el ambiente cambiaba dependiendo de cómo fue el partido y de si el equipo ganó o perdió. Además coloqué las fotografías de época junto al estudio para que los jugadores les echaran un vistazo antes de comenzar la sesión de fotos.
Normalmente los jóvenes retratados muestran con orgullo (tanto a la extraña que soy como a la mujer interesada en fotografiarlos) sus «heridas de batalla» como si fueran trofeos. Muchos inclinaban su mentón o cruzaban sus brazos firmemente sobre el pecho y me explicaban cómo consiguieron sus heridas en cierto lance del partido o que llevaban jugando rugby casi toda su vida. La testosterona en el aire era palpable. No puedo decir si mi papel de fotógrafa influye en cómo el jugador se presenta ante el objetivo de mi cámara o si el ser mujer intensifica la reacción de los retratados hacia mí. Pero sí puedo afirmar que, a veces, compartir un espacio así con un completo extraño o, como en este proyecto, con un equipo de desconocidos, constituye una experiencia intensa e incluso desafiante. Ambos, intensidad y desafío, me impulsan a volver al retrato una y otra vez.
PM: ¿Qué artistas han influenciado Violencia elegante?
AE: Mi proyecto se inspira mucho de los retratos de época realizados en Europa en los años veinte del siglo XX. En cuanto a la fotografía contemporánea, definitivamente incluyo a Rineke Dijkstra y su serie de jóvenes matadores, la cual me impactó mucho cuando la vi por primera vez y pienso que sigue siendo increíblemente convincente. Además podría mencionar a Lise Sarfati y sus retratos de jóvenes reclusos en Europa, a Fazal Sheikh y sus estudios en campamentos de refugiados, a Carl de Keyzer y sus retratos en campos de prisioneros en Siberia y definitivamente las obras de August Sander.
PM: ¿Qué estás leyendo y qué música escuchas? ¿De qué manera informan tu trabajo?
AE: Tiendo a leer varios libros a la vez y no consigo terminar ninguno de ellos. En mi mesilla, tengo libros que comencé hace meses y ahora están llenos de esquinas dobladas y marcadores para así recordarme dónde reiniciar la lectura – he tenido que abandonarlos para ponerme al día con la edición de mis fotos y preparar varias exposiciones. Los libros que esperan mi regreso son Hermosos y malditos de F. Scott Fitzgerald, A sangre fría de Truman Capote y Walden, la vida en los bosques de Henry David Thoreau. A este lado del paraíso de Fitzgerald es uno de mis favoritos y ha jugado un papel clave en mi deseo de acercarme a los atletas de la Ivy League (Liga Ivy o Liga de la Hiedra) y estudiar la identidad juvenil masculina.
No estoy segura de cómo o si la música influye mi trabajo. Pero no puedo vivir sin ella, especialmente durante la edición de las fotos. Mis estaciones de Pandora que escucho continuamente son Electrelane, Devendra Banhart, Bon Iver, Radical Face, Johnny Flynn y ahora mismo Dark, Dark, Dark. También soy una gran admiradora de cualquier tipo de música hecha en Nueva Orleans.
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- Enlace a Women in Photography.
- Enlace a Yancey Richardson Gallery.
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