«Además de cambiar el modelo, lo importante es cambiar el modo de pensar de los agentes» –Mario Conde
Mucho se habla de la necesidad de un cambio estructural en el modelo económico y productivo del país. En su opinión, ¿hacia qué modelo debe de encaminarse España?
El crecimiento español de los últimos años se ha basado en la construcción, el sector inmobiliario y el turismo. Es imposible prescindir de estos en el desarrollo a largo plazo, pero se trata de disminuir su peso relativo en el conjunto, invirtiendo en sectores capaces de crear empleo más estable, de ser competitivos en mercados exteriores. Obviamente esto es mucho mas fácil decirlo que hacerlo. Lo cierto es que los fondos recibidos durante años desde la UE, y las facilidades de crédito derivadas de la moneda única, no se han invertido en la mejora de nuestro equipamiento industrial y tecnológico, sino en especulación. Por eso, además de cambiar el modelo, lo importante es cambiar el modo de pensar de los agentes. Sobre todo dejar de lado ese concepto llamado riqueza financiera que ha acabado por ser letal para la economía real.
¿Es realista hablar de «cambios estructurales» y «economía del futuro» sin concebir una revolución verdaderamente profunda en materia de educación, así como una mayor inversión en ciencia y tecnología?
La respuesta es no. En realidad, como decía al concluir la repuesta anterior, lo importante son los modos de pensar, porque nos comportamos del modo en que pensamos. La clave es la educación. En Alemania, los centros de pensamiento dedicados a estudiar las causas, y, sobre todo, remedios de futuro de esta crisis, insisten en la necesidad de reeducar, de cambiar el modelo educativo. No se trata solo de potenciar la tecnología frente a la especulación, que por supuesto. Se trata de recuperar conceptos claves, como, por ejemplo, anteponer la creación de riqueza a la especulación financiera, la economía real a la financiera, recuperar el valor del crédito al servicio de la inversión, el ahorro de una comunidad como financiador de la riqueza de esa comunidad. Recuperar valores que se perdieron en un nominalismo que se ha demostrado perjudicial.
¿Qué cambios en el Sistema pueden hacernos avanzar hacia una economía verdaderamente sostenible si los agricultores en Latinoamérica no pueden competir en Europa y los europeos no podemos competir con productos made in China?
Si se apuesta por la globalización, se apuesta con todas sus consecuencias. Lo que no tiene sentido es hablar de globalización y, a continuación, poner trabas que impidan a los países más eficientes vender sus productos en los mercados más maduros. Las subvenciones a actividades ineficientes perpetúan la ineficiencia y crean espejismos que luego se traducen en altos costes sociales. Ahora bien: Occidente no puede permitir el dumping social. Si queremos disponer de unas condiciones dignas para los trabajadores de Occidente, no podemos primar productos fabricados en economías en las que los salarios y las condiciones sociales de los empleados se alejan brutalmente de las propias de Occidente, porque eso es competencia desleal y una renuncia a los valores conquistados en Occidente. Este punto me parece gran importancia.
El Nobel de Economía, Paul Krugman, insiste en advertir sobre los peligros que corre Europa al mantener encorsetadas las economías de sus miembros con la moneda única. Sin embargo, las últimas reuniones del G20 y Davos promueven la idea de consolidar instituciones de alcance global para atender las economías «sociales de mercado» del futuro. Viendo cómo se está desarrollando la actual “crisis griega”, ¿cuál es su opinión en este tema?
El euro fue un diseño de laboratorio de ciertos políticos que lo implementaron al margen de la realidad social. En España fui, creo, casi el único en advertir de los peligros de la moneda única en un entorno de economías asimétricas. El profesor Calaza también se empeñó en demostrar que no disponíamos de las condiciones necesarias para implementar esa moneda única. Además, se utilizaron factores de convergencia nominales y no reales, como por ejemplo, la tasa de desempleo, el nivel de equipamiento industrial y tecnológico… A la primera convulsión se ha demostrado que, desgraciadamente, teníamos razón. Hoy algunas economías, como la griega, y en parte la española, se ven obligadas a la deflación ante la imposibilidad de devaluar. Esto crea tensiones graves y pone en tela de juicio el postulado de solidaridad intraeuropea.
Según el informe GEM la tasa de actividad emprendedora en España es del 5,1%. ¿Carecemos en España de cultura empresarial?
Hace ya años que pronuncié una conferencia en la Universidad de Santiago al respecto. En mi libro «El Sistema. Mi experiencia del poder», publicado en 1994, escribo sobre el déficit de vocaciones verdaderamente empresariales y la debilidad del sector privado español. Las relaciones, el modo de relacionarse del empresariado con el poder, también se encuentran en la base de nuestros problemas.
Su más reciente proyecto empresarial, la productora y distribuidora de aceite de oliva, «Los Carrizos», representa una apuesta en un mercado con gran competencia no sólo en España y el resto de Europa, sino incluso desde Marruecos, país que también intenta hacerse hueco en este nicho. ¿Cuál es la clave para sacar adelante un producto alimentario premium en el actual ambiente económico?
La calidad. Existe mucho aceite de oliva, incluso virgen, pero poco de verdadera calidad. Por dos razones. Primera, porque no es fácil hacerlo y, además, es caro. Segunda, porque, aunque parezca mentira, en el mercado no se encuentran suficientemente instalados los parámetros para medir la verdadera calidad. Sucedió hace años con el vino. Poco a poco se instaurará la cultura de la calidad en el aceite de oliva. Esa es nuestra apuesta.
¿Qué papel juega Internet en la estrategia comercial de «Los Carrizos»?
Básico. Nosotros utilizamos Internet como el canal de comercialización por definición.
Usted inició su vida profesional en el sector público. Logró convertirse a los 24 años el en número uno de su promoción como Abogado del Estado. Más tarde se abrió camino en el mundo empresarial, primero en el sector farmacéutico y luego en el bancario; indiscutiblemente, con sendos éxitos en ambas empresas. ¿Cuál es su consejo para quienes ahora se enfrentan al mundo profesional emprendiendo proyectos propios?
El empresario debe reunir conocimientos técnicos, capacidad profesional, por así decir. Pero la voluntad de lucha, la intuición, la plena dedicación, el no ahorrar esfuerzos, concebir la empresa como una realidad cultural y social más allá de lo meramente económico. Esto es necesario. Y no dejar nunca de ser uno mismo vengan como vengan las cosas, que no siempre vienen bien.
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